domingo, 17 de marzo de 2013

SAN PATRICIO

San Patricio


Este santo nació en Gran Bretaña hacia 385 y muy joven fue consagrado Obispo de Irlanda. Lo llevaron cautivo a guardar ovejas a Irlanda y entonces oraba de continuo y en él crecieron el Amor y Temor a la grandeza Dios. Luego, dedicó su vida a evangelizar y empleaba un lenguaje sencillo. El Santo sufrió mucho a manos de los herejes pelagianos y escribió su Confessio, desde donde podemos comprender su hondo sentimiento humano. Realizó su Apostolado durante 30 años, convirtió a Irlanda al Cristianismo y su obra dio muchos frutos.

7 de marzo de 2013, domingo V de Cuaresma. Ciclo C.
Oración de la mañana (laudes)

Oraciones del día descargables en PDF aquí.

V. Dios mío, ven en mi auxilio.
R. Señor date prisa en socorrerme.

Gloria al Padre y al Hijo, y al Espíritu Santo.
Como era en el principio, ahora y siempre,
Por los siglos de los siglos. Amén.

HIMNO I (a elegir uno de los tres siguientes)
Este es el día del Señor.
Este es el tiempo de la misericordia.

Delante de tus ojos
ya no enrojeceremos
a causa del antiguo
pecado de tu pueblo.
Arrancarás de cuajo
el corazón soberbio
y harás un pueblo humilde
de corazón sincero.

En medio de las gentes
nos guardas como un resto
para cantar tus obras
y adelantar tu reino.
Seremos raza nueva
para los cielos nuevos;
sacerdotal estirpe,
según tu Primogénito.

Caerán los opresores
y exultarán los siervos;
los hijos del oprobio
serán tus herederos.
Señalarás entonces
el día del regreso
para los que comían
su pan en el destierro.

¡Exulten mis entrañas!
¡Alégrese mi pueblo!
Porque el Señor que es justo
revoca sus decretos:
La salvación se anuncia
donde acechó el infierno,
porque el Señor habita
en medio de su pueblo.

Antífona 1: Tú, Señor, fuiste mi auxilio.

SALMO 62: El alma sedienta de Dios
Oh Dios, tú eres mi Dios, por ti madrugo,
mi alma está sedienta de ti;
mi carne tiene ansia de ti,
como tierra reseca, agostada, sin agua.
¡Cómo te contemplaba en el santuario
viendo tu fuerza y tu gloria!
Tu gracia vale más que la vida,
te alabarán mis labios.

Toda mi vida te bendeciré
y alzaré las manos invocándote.
Me saciaré como de enjundia y de manteca,
y mis labios te alabarán jubilosos.

En el lecho me acuerdo de ti
y velando medito en ti,
porque fuiste mi auxilio,
y a la sombra de tus alas canto con júbilo;
mi alma está unida a ti,
y tu diestra me sostiene.

Gloria al Padre y al Hijo, y al Espíritu Santo.
Como era en el principio, ahora y siempre,
Por los siglos de los siglos. Amén.

Antífona 1: Tú, Señor, fuiste mi auxilio.

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