jueves, 21 de marzo de 2013

PROGRAMA SEMANA SANTA



PARROQUIA MATRIZ SAN GINÉS OBISPO (ARRECIFE)
 
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EUCARISTÍA: CARDENAL BERGOGLIO



La Eucaristía lo es todo. Es la aspiración máxima a la que el hombre aspira, muchos sin saberlo y otros muchos sin quererlo saber. Buscamos la felicidad y la vida eterna, pero la buscamos en las cosas que en este mundo existen. Queremos ser felices acumulando bienes, riquezas; gozando de placeres, de comodidades, de apetencias y deseos...

Sin embargo, experimentamos que nunca alcanzamos lo que deseamos y pretendemos. La carrera siempre se nos hace interminable y no llega nunca a su fin. Es más, cada día estamos, aunque aparentemente nos engañemos, más insatisfechos. ¿Dónde y cómo buscar entonces?

El secreto está en el amor, el amor que enciende nuestro corazón y lo mantiene siempre ardiente, en llama viva, en incandescente gozo de felicidad. Pero ese amor necesita un alimento, una vitamina que lo sostenga siempre incandescente: "La Eucaristía".

La Eucaristía es el alimento, la vitamina, el sostén, la fuerza, la vitalidad, el aliento, la capacidad, el impulso y la vida que nos permite caminar ardientemente, injertado en el Cuerpo y la Sangre de Jesús, hacia la Casa del Padre. Es un misterio que nos sobrepasa y no está a nuestro alcance. No lo entendemos, pero si podemos confiar que allí está Jesús de Nazaret vivo, presente, ofreciéndose al Padre por cada uno de nosotros.

Y, agarrados e injertados en Él, somos también cada uno de nosotros ofrecidos al Padre y aceptados, por la Muerte, ahora incruenta de su Hijo, por Él. Es, ese momento, la hora más grande de cada día, y teniendo la posibilidad de recibirlo, ¡no hay mayor privilegio!, ¡no hacerlo!, descubre en nosotros que todavía no entendemos, ni siquiera, el valor y la importancia suprema de recibirlo cada día.

Cuantas cosas hacemos, incluso rutinarias, cada día porque son necesaria y casi vitales para nuestra vida. Pues la Eucaristía es la mayor necesidad que el hombre tiene para llegar al Padre. Es Jesús mismo quien se nos ofrece, vivo y presente.

El Cardenal Bergoglio, antes de ser elegido Papa, nos ofrece su vivencia de la Eucaristía. Su sencillez, su claridad y sabiduría nos podrá ayudar a entenderla mejor.



SAN NICOLÁS DE FLÜE

San Nicolás de Flüe


Es un santo muy popular en Suiza. Nació en 1417 y, aunque se sentía llamado a la vida eremítica, desempeñó funciones civiles y militares. Se casó y tuvo cinco hijos y cinco hijas. Entró en contacto con los Gottesfreunde (amigos de Dios), un movimiento religioso alsaciano. Con 50 años se trasladó a Alsacia y, más tarde, se retiró a Ranft, un lugar desierto cerca de Flüe, donde sólo salía para escuchar misa y cuando la patria lo necesitaba.

Su oración más frecuente era: "Señor mío y Dios mío, aleja de mí todo lo que me aleje de ti. Señor mío y Dios mío, concédeme todo lo que me acerque a ti. Señor mío y Dios mío, líbrame de mí mismo y concédeme poseerte sólo a ti".

21 de marzo de 2013, jueves de la semana V de Cuaresma.
Oración de la mañana (laudes)

Oraciones del día descargables en PDF aquí.

V. Dios mío, ven en mi auxilio.
R. Señor date prisa en socorrerme.

Gloria al Padre y al Hijo, y al Espíritu Santo.
Como era en el principio, ahora y siempre,
Por los siglos de los siglos. Amén.

HIMNO I (a elegir uno de los tres siguientes)
Este es el día del Señor.
Este es el tiempo de la misericordia.

Delante de tus ojos
ya no enrojeceremos
a causa del antiguo
pecado de tu pueblo.
Arrancarás de cuajo
el corazón soberbio
y harás un pueblo humilde
de corazón sincero.

En medio de las gentes
nos guardas como un resto
para cantar tus obras
y adelantar tu reino.
Seremos raza nueva
para los cielos nuevos;
sacerdotal estirpe,
según tu Primogénito.

Caerán los opresores
y exultarán los siervos;
los hijos del oprobio
serán tus herederos.
Señalarás entonces
el día del regreso
para los que comían
su pan en el destierro.

¡Exulten mis entrañas!
¡Alégrese mi pueblo!
Porque el Señor que es justo
revoca sus decretos:
La salvación se anuncia
donde acechó el infierno,
porque el Señor habita
en medio de su pueblo.
 
Antífona 1: Despertad, cítara y arpa; despertaré a la aurora.

SALMO 56: Oración matutina de un afligido
Misericordia, Dios mío, misericordia,
que mi alma se refugia en ti;
me refugio a la sombra de tus alas
mientras pasa la calamidad.

Invoco al Dios altísimo,
al Dios que hace tanto por mí:
desde el cielo me enviará la salvación,
confundirá a los que ansían matarme,
enviará su gracia y su lealtad.

Estoy echado entre leones
devoradores de hombres;
sus dientes son lanzas y flechas,
su lengua es una espada afilada.

Elévate sobre el cielo, Dios mío,
y llene la tierra tu gloria.

Han tendido una red a mis pasos,
para que sucumbiera;
me han cavado delante una fosa,
pero han caído en ella.

Mi corazón está firme, Dios mío,
mi corazón está firme.
Voy a cantar y a tocar:
despierta, gloria mía;
despertad, cítara y arpa;
despertaré a la aurora.

Te daré gracias ante los pueblos, Señor;
tocaré para ti ante las naciones:
por tu bondad, que es más grande que los cielos;
por tu fidelidad, que alcanza las nubes.

Elévate sobre el cielo, Dios mío,
y llene la tierra tu gloria.

Gloria al Padre y al Hijo, y al Espíritu Santo.
Como era en el principio, ahora y siempre,
Por los siglos de los siglos. Amén.

Antífona 1: Despertad, cítara y arpa; despertaré a la aurora.