miércoles, 14 de diciembre de 2016

AUDIENCIA DEL PAPA FRANCISCO

Realmente el mundo se llena de esperanza cuando despertamos y abrimos nuestros ojos a la presencia de Dios entre nosotros. Un Niño nos va a nacer, pero no un niño cualquiera, sino el Mesías, el Hijo de Dios Vivo, el enviado para la salvación de todos los hombres.

Y ese Niño Dios nace dentro de nosotros cuando abrimos los ojos de nuestro corazón para ver a Dios en un mundo oscuro, de egoísmos y de muertes, y alumbrarlo con nuestra presencia viviendo en la presencia del Dios. Un mundo donde aportamos nuestra alegría, nuestra paz, nuestras buenas intenciones, nuestro bien hacer y nuestras obras revestidas de verdad, justicia y paz. Un mundo al que, como nos dice el Papa Francisco hoy, anunciamos el Niño Dios, que nace en nuestros corazones si los abrimos y le hacemos hueco para que viva dentro de nosotros.





PAPA FRANCISCO
AUDIENCIA GENERAL
Miércoles 14 de diciembre de 2016


Queridos hermanos y hermanas:

Con las palabras de Isaías nos preparamos a celebrar la fiesta de la Navidad. El Profeta nos ayuda a abrirnos a la esperanza y a acoger la Buena noticia de la Salvación con un canto de alegría, porque el Señor ya está cerca.

La presencia de Dios en medio de su pueblo, entre los pequeños, en las realidades adversas o cuando llega la tentación de pensar que ya nada tiene sentido, se convierte en esta presencia portadora de libertad y de paz. Por eso son hermosos los pies de aquel que corre a anunciar esto a sus hermanos, porque ha comprendido la urgencia de este anuncio para un mundo que necesita a Dios.

Del mismo modo, nosotros estamos llamados, ante el misterio del Niño Dios en Belén, a darnos cuenta de esta urgencia y a colaborar a la venida del Reino de Dios, que es luz y que debe llegar a todos. Como el mensajero sobre los montes, también nosotros tenemos que correr para llevar la buena noticia de la cercanía de Dios a una humanidad que no puede esperar, y que tiene sed de justicia, de verdad y de paz.


Saludos

Saludo cordialmente a los peregrinos de lengua española, en particular a los grupos provenientes de España y Latinoamérica. Los invito, en este tiempo de Adviento, a preparar el corazón, para acoger toda la pequeñez, toda la maravilla, toda la sorpresa de un Dios que abandona su grandeza, y se hace pobre y débil para estar cerca de cada uno de nosotros. Muchas gracias.