domingo, 26 de junio de 2016

CAMINO DE PERFECCIÓN

(Lc 9,51-62)

Nunca hay descanso, porque nunca se retrocede. Siempre se va hacia delante aunque, aparentemente, parezca que se retrocede. La vida siempre camina hacia adelante y la hora, también nuestra hora, tiene su tiempo y su meta. Es lo que Jesús nos dice hoy en el Evangelio en los momentos previos a su Pasión, Muerte y Ascensión al Cielo.

Dirigiéndose a Jerusalén, de paso por Samaría, no pudieron quedarse pues enterados que iban a Jerusalén no le recibieron. Quizás no deba extrañarnos, pues a nosotros  nos puede suceder lo mismo. En muchas ocasiones nos mostramos indiferentes a Jesús, le despistamos y no le acogemos. Quizás pensamos que nos estorba y nos molesta para nuestros proyectos y planes. O qué sus exigencias son demasiadas y nuncan terminan.

También puede ocurrirnos que, enfadados con los que no aceptan a Jesús, sintamos deseos de enfrentarnos a ellos y hacerles daño. Jesús nos regaña esa acción, porque su misión no es hacer la guerra ni imponer su mensaje. Simplemente amar y amar. El amor es el arma más poderosa y se fortalece en el servicio. Puede ocurrirnos también que sintamos fuertes deseos de seguir al Señor, pero hemos de saber, lo oímos de sus propios labios: «Las zorras tienen guaridas, y las aves del cielo nidos; pero el Hijo del hombre no tiene donde reclinar la cabeza».  El seguimiento no es fácil, tiene un coste grande: nos exige un poco más cada día hasta llegar a la perfección, pues esa es la meta de todo cristiano: Ser perfecto como mi Padre celestial es perfecto. Mt 5, 48.

O nos puede pasar que, decidiendo seguirle queramos antes despedirnos de nuestros padres y familias, e incluso arreglar nuestras cosas y asuntos. Vemos en la lectura del A.T. (1Reyes 19, 16b. 19-21) que a Elíseo se le permitió, pero Jesús exige y busca la perfección. Seguir a Jesús implica dejarlo todo. Y dejarlo todo es poner nuestras apetencias, nuestros apegos, nuestros deseos terrenales, nuestra humanidad en un segundo plano. Eso quiere decir una cosa: Jesús es lo primero. Y Jesús es lo primero significa que nuestra máxima aspiración es dar siempre prioridad a la Voluntad del Padre, que es, precisamente lo que Jesús nos ha venido a proclamar.

Pidamos la fortaleza y la voluntad necesaria para que, iluminados por la sabiduría del Espíritu Santo, podamos libremente, como nos describe Pablo en Gálatas ( 5, 1. 13-18.) responder a esa invitación y deseo por nuestra parte de seguir a Jesús.

miércoles, 22 de junio de 2016

AUDIENCIA DEL PAPA FRANCISCO



Se trata de confiar, de tener extremada confianza en que el Señor nos escucha y nos atiende. Posiblemente, no se hará como tú y yo queremos, pero se hará como quiere el Señor, que es la mejor de todas las soluciones. Nos costará entenderla, pero será el mejor bien para cada uno de nosotros.

Así ocurre en nuestra vida tan cargada de prejuicios, dudas y egoísmos. Nos cuesta acercarnos al pobre y desposeído de todo; al que sufre y soporta sus propios errores. Tenemos miedo. Hoy, el Papa Francisco nos habla de esa confianza que tenemos que tener en el Señor, porque Jesús, continúa Francisco, nunca permanece indiferente a la oración hecha con humildad y con confianza.


PAPA FRANCISCO
AUDIENCIA GENERAL
Miércoles 22 de junio de 2016


Queridos hermanos y hermanas:

La súplica que el leproso dirige a Jesús: «Señor si quieres puedes limpiarme», manifiesta el deseo profundo del hombre de una auténtica purificación que lo una a Dios y lo integre en la comunidad. Esta petición, fruto de la fe y de la confianza en Dios, encuentra la respuesta en los gestos y en las palabras de Jesús, que, sintiendo compasión, se acerca, lo toca y le dice: «Quiero queda limpio».

Jesús nunca permanece indiferente a la oración hecha con humildad y con confianza, rechaza todos los prejuicios humanos, y se muestra cercano, enseñándonos que tampoco nosotros tenemos que tener miedo de acercarnos y tocar al pobre y al excluido, porque en ellos está el mismo Cristo. Con sus actos Jesús no busca el sensacionalismo, sino que cura con amor nuestras heridas, modelando pacientemente nuestro corazón conforme al suyo. El gesto mesiánico Jesús culmina con la inclusión del leproso en la comunidad de los creyentes y en la vida social: así se llega a la plena curación, que además convierte al sanado en testigo y anunciador de la misericordia de Dios.

Saludos

Saludo cordialmente a los peregrinos de lengua española, en particular a los grupos provenientes de España y Latinoamérica. Que movidos por la humildad y la confianza de la petición del leproso, nos sintamos todos necesitados de la sanación del Señor, y aprendamos a acercarnos al pobre y al excluido reconociendo en ellos al mismo Cristo. Muchas gracias.

domingo, 19 de junio de 2016

¿Y QUIÉN ES PARA TI JESUS?

(Lc 9,18-24)

La pregunta es directa. Se trata de que des una respuesta. No se te exige, sino se te invita a darla en verdad y responsabilidad. No consiste en decir que crees, ni tampoco que estás bautizado y eres católico. ¡No!, Jesús no busca en eso en nosotros. Nos pregunta por el compromiso de nuestra fe adquirido en nuestro Bautismos y si lo llevamos a nuestra vida con responsabilidad y compromiso.

Porque, decir que creo en Jesús significa que quiero seguirle y vivir tal y como Él me ha dejado su testimonio de vida. Y su herencia de vida en su paso por la tierra fue este: «El Hijo del hombre debe sufrir mucho, y ser reprobado por los ancianos, los sumos sacerdotes y los escribas, ser matado y resucitar al tercer día». Ese es el panorama que se nos presenta y el que hemos de seguir. ¿Estamos dispuestos?

Porque creer no es decirlo o confesarlo, ni tampoco estar bautizado. Creer es ir dando tu vida cada día en la vivencia diaria de amor a los demás, buenos y malos; amigos y enemigos; ricos y pobres. Pero, con una condición: especial atención a los excluidos y marginados; a los necesitados y pobres. Así que solamente descubrirá tu fe el amor que tu, no digas, sino des a los demás. No hay alternativa ni engaño. Sólo aquel que ama dará testimonio y veracidad a su confesión de fe.

El mensaje es claro y limpio. No hay truco ni engaño, sino amor: «Si alguno quiere venir en pos de mí, niéguese a sí mismo, tome su cruz cada día, y sígame. Porque quien quiera salvar su vida, la perderá; pero quien pierda su vida por mí, ése la salvará».

Y yo, Señor, y también espero y creo que tú, queremos salvar nuestras vidas. Porque sólo Tú tienes Palabra de Vida Eterna. Y como Pedro, ¿a quién iremos, Señor? Sólo en Ti encontraremos la verdadera paz y felicidad eterna que buscamos.

miércoles, 15 de junio de 2016

AUDIENCIA DEL PAPA FRANCISCO

El mundo no para y camina siempre adelante. Sin embargo, por eso, no deja de pararse para mucha gente su esperanza. Y esa pérdida de esperanza le nubla la vista y se pierde en la oscuridad. Buscar la luz se hace necesario, pero la indiferencia de muchos impide que otros la puedan encontrar. Seguir a Jesús, nos dice el Papa Francisco hoy, es no pasar indiferente ante esos ciegos que demandan luz, porque Jesús se acerca y restituye la vista. La vista de vivir en la esperanza del amor misericordioso y salvación de Dios.

Seguir, pues, a Jesús es imitarle y dar sus mismos pasos. Es hacernos servidores, nos dice el Papa Francisco, como nuestro Señor, y en Él experimentar el Amor de Dios que, por su Misericordia, nos perdona nuestros pecados y nos salva.







PAPA FRANCISCO
AUDIENCIA GENERAL
Miércoles 15 de junio de 2016


El Evangelio que escuchamos nos muestra a Jesús que, acercándose a Jericó, restituye la vista a un ciego que mendigaba en el orilla del camino. La figura de este hombre representa tristemente a tantas personas que, aún hoy, sufren discriminación y rechazo por parte de los demás. Es llamativo que este marginado a las puertas de Jericó, ciudad bíblica que simboliza la entrada a la tierra prometida, en lugar de encontrar compasión y ayuda del prójimo, como pide la ley que Dios dio a su pueblo, encuentra en cambio insensibilidad y rechazo.

Como entonces, también ahora la indiferencia y la hostilidad causan ceguera y sordera, que impiden percibir las necesidades de los hermanos y reconocer en ellos la presencia del Señor. En contraste con esta actitud, Jesús que pasa, no es indiferente al grito del ciego que, movido por la fe, quiere encontrarlo e invoca su ayuda. El Señor, como humilde servidor, escucha la súplica del ciego y le devuelve la vista. Gracias a su fe, el hombre ve, pero sobre todo, experimenta el amor de Dios que, en Jesús, se hace siervo de todos nosotros pecadores.


Saludos
Saludo cordialmente a los peregrinos de lengua española, en particular a los grupos provenientes de España y Latinoamérica. Que Cristo, en el que brilla la fuerza de la misericordia de Dios, ilumine y sane también nuestros corazones, para que aprendamos a estar atentos a las necesidades de nuestros hermanos y celebremos las maravillas de su amor misericordioso. Muchas gracias.

domingo, 12 de junio de 2016

EL ADULTERIO DE LA LENGUA

(Lc 7,36-8,3)


También nosotros nos preguntamos hoy por qué Dios no actua ante muchas cosas que suceden. Pensamos muy parecido a aquel fariseo cuando creemos descubrir la manera de actuar del Señor. Concluimos que si fuese Dios actuaría ante lo que está ocurriendo en el mundo. No hay mucha diferencia entre él y nosotros.

Nuestra lengua no para de adulterar la realidad y la verdad, y eso es simplemente adulterio. Porque el adulterio va más allá del sexo y la pasión descontraloda y egoísta. Y se adultera con la vista, nos decía ayer el Señor, pero también con la lengua y la critica despiadada. Hoy vemos como aquel fariseo duda de Jesús al observar que se deja perfumar y lavar sus pies por aquella pecadora adultera. Peca ya con su vista de apariencias y pensamiento.

Pero lo que verdaderamente limpia esos pecados causados por nuestros egoísmos, no son nuestras acciones exteriores y de piedad o cumplimientos, sino la intención verdadera y limpia de nuestros corazones. Es el amor sincero y verdadero el que limpia de todo pecado por la Gracia de Dios. Porque amar implica antes contricción. No puede amar quien no, antes, ha perdonado. Y, Jesús, el Señor que nos ama desde el principio, nos recibe con su Misericordia y nos perdona.

Por eso es perdonada la mujer adultera, porque, a pesar de sus pecados, ha amado mucho arrepintiéndose de sus miserias y pobreza. Ante el orgullo y la apariencia del arrogante fariseo que, quizás siendo la causa del adulterio de la mujer, se erige como un perfecto judio. 

Y el amor se concreta en las atenciones tradicionales, hechas con amor y servicio, debidas y acostumbradas a los huespedes. Que el fariseo descuida y la pecadora adultera, llevada por su amor y entrega, las ofrece si reparar gastaso ni atenciones a Jesús. Por eso, la sabiduría del Señor derramando hermosura y belleza nos dice:
 «¿Ves a esta mujer? Entré en tu casa y no me diste agua para los pies. Ella, en cambio, ha mojado mis pies con lágrimas, y los ha secado con sus cabellos. No me diste el beso. Ella, desde que entró, no ha dejado de besarme los pies. No ungiste mi cabeza con aceite. Ella ha ungido mis pies con perfume. Por eso te digo que quedan perdonados sus muchos pecados, porque ha mostrado mucho amor. A quien poco se le perdona, poco amor muestra».

sábado, 11 de junio de 2016

AUDIENCIA DEL PAPA FRANCISCO



Sin lugar a duda que aquella situación de la falta del vino era delicada e importante. Un despiste o descuido de esa importancia comportaba fastidiar el banquete. Como dice el Papa, el vino simboliza la abundancia del banquete y la alegría de la fiesta. ¿Qué hacer entonces?

Qué gran valor el de una Madre como María. Ella está pendiente de todo y mediadora, por la Gracia de Dios, interviene siempre para señalar a su Hijo el momento, y quizás su hora, y proteger la unidad de la familia. Ella señala y descubre nuestro camino para que, como miembros de la Iglesia, sigamos la Palabra de Señor alimentados de su Espíritu y del vino nuevo, como nos dice el Papa Francisco, que renueva constantemente nuestras vidas.

Salvador Pérez Alayón



PAPA FRANCISCO
AUDIENCIA GENERAL
Miércoles 8 de junio de 2016


Queridos hermanos y hermanas:

En las bodas de Caná, Jesús comienza sus signos, revelando el amor del Padre y la profundidad de su relación con los hombres. Se manifiesta como esposo del Pueblo de Dios, y nos une a él con una nueva alianza de amor, que nosotros, su familia, tenemos que custodiar y extender a todos.

En este contexto de la alianza, es importante la observación que María hace a Jesús de que falta el vino, este es un elemento típico del banquete mesiánico y simboliza la abundancia del banquete y la alegría de la fiesta. Por eso Jesús, al convertir el agua de las purificaciones rituales en vino nuevo, realiza un gesto elocuente: transforma la ley de Moisés en Evangelio portador de alegría.

Por otra parte, las palabras de María: “hagan todo lo que él les diga”, confían una nueva misión a la Iglesia, y configuran el programa de vida cristiano, que se concreta en servir al Señor, escuchando su Palabra y poniéndola en práctica, acercándose siempre a tomar de esta fuente el vino bueno de la salvación, que nunca deja de brotar del costado traspasado de Cristo.

Saludos
Saludo cordialmente a los peregrinos de lengua española, en particular a los grupos provenientes de España y Latinoamérica. Que recibiendo del corazón de Jesús la gracia que nos salva, hagamos de nuestra vida cristiana una continua respuesta de amor a Dios, nutriéndonos de su palabra de vida y compartiendo con todos el vino nuevo de la nueva alianza. Muchas gracias.

domingo, 5 de junio de 2016

EL HIJO DE LA VIUDA

Lc 7,11-17)

Me pregunto que sería de aquella gente que presenció la resurrección de aquel muchacho. ¿Cambiarían sus vidas? ¿O sus efectos serían los mismos que los de la parábola del sembrador y la semilla en tierra poco profunda? Esa es la cuestión, de la que dudamos cuando conocemos más tarde como los hombres han llegado a condenar  y crucificar a Jesús. ¿Es que no creyeron en Él?

Supongo que hoy pasaría lo mismo. Muchos han presenciado milagros o han sido sujeto de algún milagro o han oído el hecho de un milagro, pero al final eso no incide fuertemente en sus vidas para cambiarla. Sí, les impresiona y quizás la cambian algún tiempo, pero terminan por ahogarse por la poca profundidad de sus raíces y las tentaciones del mundo.

Es un misterio experimentar como la gente no responde a la Verdad ante el Testimonio de Jesús. O, al menos, no se comprende. Pero lo mismo nos ocurre a nosotros cuando proclamamos, en su Nombre, su Palabra. Es verdad y se comprende que a nosotros nos pase, porque somos pecadores y malos testigos, pero no a Jesús, porque Él nunca falla y es la Verdad Absoluta.

Pero somos libres de decidir y ese rechazo nos lo deja muy claro. Dios nos ha creado libres, con capacidad para decidir y elegir. Y necesitamos confiar y perseverar en la fe a pesar de que las apariencias nos digan lo contrario. No cabe duda que el amor se demuestra cuando exige confianza, perseverancia y nos da dolor, porque el camino fácil lo recorremos todos, más el difícil exige esfuerzo, fe y, sobre todo, confianza.

Por eso, Señor, te pedimos que aumentes nuestra fe y que, apoyados y confiados en Ti tengamos la esperanza de resucitar cuando termine nuestro camino en este mundo. No una resurrección como la del hijo de la viuda de Naím, sino una Resurrección definitiva y para Siempre.

miércoles, 1 de junio de 2016

AUDIENCIA GENERAL DEL PAPA FRANCISCO



¿Está mi vida corrompida? Porque soy corrupto cada instante de mi vida que la verdad, que habita en mi corazón es traicionada, falseada o adulterada. Y eso se produce dentro de mí cuando me experimento mejor que otros. Son esos momentos, nos dice el Papa Francisco, cuando rezo a Dios, pero soy yo mismo mi propio dios, porque me rezo a mí mismo.

Incluso, quizás, sin darme cuenta, me incómoda inclinarme y doblar mis rodillas ante el Señor. No se trata de rezar, sino de cómo hago mi oración. ¿Con soberbia o con humildad? Gracias, santo Padre, porque sus palabras iluminadas en el Espíritu, nos ayudan a recoger nuestro corazón y en silencio reflexionar sobra la actitud de mi relación con Dios. ¡Señor!, ten Misericordia de nosotros.

Salvador Pérez Alayón.


PAPA FRANCISCO
AUDIENCIA GENERAL
Miércoles 1 de junio de 2016


Queridos hermanos y hermanas:

En la parábola del fariseo y el publicano, que suben al templo para orar, Jesús nos enseña la actitud correcta para invocar la misericordia del Padre.

El fariseo hace una oración de agradecimiento en la que se complace de sí mismo por el cumplimiento de la ley, se siente irreprensible y desprecia a los demás. Su soberbia compromete toda obra buena, vacía la oración, y lo aleja de Dios y del prójimo.

Nosotros hoy, más que preguntarnos cuánto rezamos, podemos preguntarnos cómo lo hacemoso mejor cómo es nuestro corazón para valorar los pensamientos y sentimientos, y eliminar toda arrogancia. 

El publicano ora con humildad, arrepentido de sus pecados, mendiga la misericordia de Dios. Nos recuerda la condición necesaria para recibir el perdón del Señor y se convierte en imagen del verdadero creyente.

La oración del soberbio no alcanza el corazón de Dios, la oración humilde obtiene su misericordia.

Saludos
Saludo cordialmente a los peregrinos de lengua española, en particular a los grupos provenientes de España y Latinoamérica. Que la Virgen María, nuestra Madre, que proclama en el Magnificat la misericordia del Señor, nos ayude a orar siempre con un corazón semejante al suyo. Gracias.