Queridos hermanos y hermanas:
Dios ha querido formar un pueblo que lleve su bendición a
todos los pueblos de la Tierra. En Jesucristo, lo establece como signo e
instrumento de unión de los hombres con Dios y entre ellos. De ahí la
importancia de pertenecer a este pueblo.
Nosotros no somos cristianos a título individual, cada
uno por su cuenta. Nuestra identidad es pertenencia. Decir «soy
cristiano» equivale a decir: «Pertenezco a la Iglesia». Soy de ese
pueblo con el que Dios estableció desde antiguo una alianza, a la que
siempre es fiel. De aquí nuestra gratitud a los que nos han precedido y
acogido en la Iglesia, quienes nos han transmitido la fe, quienes nos
enseñaron a rezar y quienes pidieron para nosotros el Bautismo. Leer más...