domingo, 25 de diciembre de 2016

Y LA PALABRA SE HIZO CARNE, JN 1, 14.



Hoy es Navidad, y lo más importante es pensar que estamos salvados. La Palabra, el Hijo de Dios, se hace carne y habita entre nosotros. Jesús se hace hombre y nos manifiesta el camino de salvación. Y lo hace naciendo de mujer, de María y de forma muy normal y humilde. El Evangelio nos relata como sucedió todo, y como el acontecimiento más importante del mundo, apenas hizo ruido y fue destacado en su momento.

El mundo no se percató de nada. Unos simples pastores fueron avisados y alertados de lo que estaba sucediendo y poca cosa más. Jesús viene en silencio y sin hacer ruido. Quizás nosotros hacemos demasiado ruido, pero no para festejar que Jesús nace, sino para celebrar no sé quÉ fiesta, comidas, bebidas, regalos y diversiones. 

Creo que la Navidad se celebra en pocos lugares. Me refiero a la verdadera Navidad, y te ves cogido y deshubicado de lo que realmente es la Navidad. En todo este tinglado de fiestas y celebraciones de qué se yo, pidamos que no perdamos el norte y que sepamos vivir con paciencia y fe este acontecimiento de salvación al que muchos celebran con indiferencia o desarraigo sin más.

Se hace duro y duele vivir como si estuvieras en tierra extraña. El Evangelio de Juan lo expresa claramente y muy bien: En la Palabra había vida, y la vida era la luz de los hombres. La luz brilla en la tiniebla, y la tiniebla no la recibió Jn 1, 4-5. Y sucede eso. Se celebra la Navidad, pero hay muy poco de verdadera Navidad. Pero creo que lo mejor es levantarse y hacer que tú seas Navidad y des luz por todos tus costados y alumbres todo lo que puedas.

DESDE ESE ESPÍRITU Y DESEO FELIZ NAVIDAD.