miércoles, 15 de febrero de 2017

El ciego de Betsaida

Evangelio de Nuestro Señor Jesucristo según San Marcos 8,22-26.

Cuando llegaron a Betsaida, le trajeron a un ciego y le rogaban que lo tocara.

Él tomó al ciego de la mano y lo condujo a las afueras del pueblo. Después de ponerle saliva en los ojos e imponerle las manos, Jesús le preguntó: "¿Ves algo?".

El ciego, que comenzaba a ver, le respondió: "Veo hombres, como si fueran árboles que caminan".
Jesús le puso nuevamente las manos sobre los ojos, y el hombre recuperó la vista. Así quedó curado y veía todo con claridad.

Jesús lo mandó a su casa, diciéndole: "Ni siquiera entres en el pueblo".

Palabra del Señor
Gloria a Ti, Señor Jesús



"En el caso del ciego de Betsaida, Jesús empieza por ponerle saliva en los ojos e imponerle  las manos y empieza a ver algo... aunque todavía de manera confusa, no distingue con claridad entre los hombres y los árboles, a no ser por el hecho de que se mueven, por segunda vez Jesús le impone las manos sobre los ojos y su curación es total, esto nos enseña que para progresar en la vida espiritual, debemos tener siempre mucha paciencia y no esperar nunca resultados inmediatos,  es Él quien con paciencia, lleva a cabo en nosotros la curación hasta que sea completa".

"Señor, cuantas veces permanecen endurecidos nuestros corazones y sellados nuestros ojos, antes de comprender que lo que Tu haces, no es más que misericordia"