domingo, 3 de noviembre de 2013

¿BUSCO EL ENCUENTRO COMO ZAQUEO?



El encuentro no se realiza de forma fortuita, lo mismo que el fuego no prende sin la llama. En ambos caso se necesita un móvil, una intención y una acción para llegar a producirse. Zaqueo no esperó a que el encuentro con Jesús se le presentara. Posiblemente, de ser así, no hubiese sucedido. Zaqueo se puso en camino y buscó la ruta que le llevara al encuentro.

Este movimiento de Zaqueo, salir de su casa, llevado por su inquieta curiosidad que despertó en él ver a ese famoso Jesús, le llevó a, por su pequeña estatura, subirse a un árbol para poder verlo. Ese riesgo de hacer el ridículo no lo intimidó, sino que fue superado por la inquietud que tenía de conocerlo. Y esa motivación fuerte de situarse para ver a Jesús le llevó a encontrarse con Él y a requerirle, por parte de Jesús, que lo invitase a una comida en su propia casa.

Su ansia de conocerle le llevó a aceptarla y a tener un diálogo con Jesús. No sabemos que pudo pasar en ese diálogo, pero si sabemos que la respuesta de Zaqueo fue la de cambiar radicalmente su vida, hasta el compromiso de repartir parte de su fortuna e incluso cuadruplicar a aquellos que podía haber engañados. Un cambio que habla claramente de la veracidad y autenticidad de conversión de Zaqueo.

Un encuentro con Jesús, cuando es serio y veraz, da frutos y contrae compromisos. Así ha sucedido con todos aquellos que lo han tenido: Mateo, el Centurión, María Magdalena, Lázaro y sus hermanas...etc. La pregunta ahora se vuelve hacia nosotros: ¿Hemos tenidos nosotros ese encuentro, o estar por llegar? ¿Estamos en esa actitud inquieta, buscando tenerlo? Nos ponemos a disposición del Espíritu Santo para que nuestro corazón se abra al encuentro?