domingo, 22 de septiembre de 2013

NUESTRA PRIMERA PREOCUPACIÓN



No cabe duda que a lo largo de nuestra vida hay muchas cosas que nos preocupan. Y es bueno estar preocupado o inquieto por conseguir cosas. De pequeño nos motiva jugar, luego aprender y más tarde nacen los ideales. Así vamos creciendo y forjándonos en personas preparadas y formadas para realizar ese ideal que nos ha ido entusiasmando en la vida.

Sin embargo, no todos logramos alcanzar lo que deseamos, e incluso, muchos, no descubrimos ni lo que deseamos sino ya cuando es tarde. De todas formas, hay un Ideal que siempre está presente en nuestra vida, y que en la medida que crecemos y nos formamos, más presente se hace. Es un ideal de felicidad y de eternidad. Muchos ni casi logramos descubrirlo; otros llegan a acariciarlo, pero se desvanece pronto esa motivación, y pocos perseveran en su búsqueda.

Esa actitud perseverante y llevada a la practica es la que Jesús distingue y ensalza en aquel mal administrador: la inquietud por encontrar solución a su precaria situación después de ser despedido. Se preocupa por dar solución a su situación. ¿Y nosotros los creyentes? Sabemos lo que Jesús nos promete, ¿y nos preocupamos por vivirlo?

¿Colocamos en nuestra vida como primer objetivo vivir la Voluntad del Padre? ¿Es esa nuestra primera preocupación? ¿Buscamos y ponemos toda nuestra astucia por vivirla? Responder a estas preguntas u otras que nos hagamos en esta línea será bueno para centrar nuestra vida.