domingo, 19 de julio de 2015

LA NECESIDAD DEL DESCANSO

(Mc 6,30-34)


Hoy Jesús nos habla del descanso. Al menos aparece en el pasaje evangélico: «Venid también vosotros aparte, a un lugar solitario, para descansar un poco». El descanso se hace necesario porque nuestra humanidad no puede vivir ni resistir el  agobio. Y en muchas ocasiones sucede eso, sobre todo cuando le das a la gente lo que buscan y necesitan.

Es el caso de hoy. Los apóstoles se reúnen con Jesús y le cuentan todo lo que habían hecho y enseñado. Estaba alegres y contentos, y eran tantos lo que iban y venían que no encontraban tiempo ni para comer. Esto nos da una idea de lo atareado que estaban. Y Jesús consciente de ello les propone ir a un sitio tranquilo a descansar. Se hace necesario buscar esos espacios de tiempo que nos saquen de la rutina o la actividad de cada día para renovar nuestras ilusiones y nuestras fuerzas.

Sin embargo, ocurre que no entendemos el descanso, porque salimos de un lugar y nos metemos en otro peor, lleno de actividad, visitas, diversiones y ajetreos que lo que hace es cansarnos más aunque sea de cosas diferentes. El resultado es que al volver nos experimentamos más cansados que al principio. No es que sea siempre así, pero suele ocurrir esto.

El descanso debe ser para relajarnos, no de forma pasiva y abandonada, sino de paz, de sosiego y de una actividad diferente, meditada y de espacios de reflexión que nos ayuden a recuperar nuestra ilusión y a renovar nuestras fuerzas. Sin embargo, ocurre que hasta en los momentos de descanso se nos presenta la necesidad y exigencia de atender a los demás. Es lo que reflexionamos en estos días anteriores, la prioridad es el bien del hombre, incluso ante que nuestro propio descanso.

Pidamos al Señor que sepamos descansar, no solo para recuperar fuerzas sino para crear ilusiones y horizontes luminosos en nuestra vida. El descanso no hace pensar y vernos por dentro, y nos servirá también para escuchar tu Voz que se dirige a nosotros y nos invita a crecer en actitud de verdad y justicia.

Danos Señor esa Gracia de no desfallecer y, utilizando el descanso salir de la rutina y renovar la ilusión y las fuerzas para continuar la batalla.