sábado, 5 de enero de 2013

SAN SIMEÓN

 San Simeón

Quizá uno de los anacoretas más populares. Nace hacia el año 400, en Sisán (entre las actuales Turquía y Siria). Pastor de pequeño, un día invernal la nieve le impide salir con las ovejas y visita una iglesia, donde ese día se predican las Bienaventuranzas. Es el comienzo de su larga peregrinación en la búsqueda y dedicación a Dios. Destaca por su amplio deseo de penitencia. Una cuaresma la llega a pasa a pan y agua y con la puerta de su hogar tapiada. Sus penitencias son llamada para muchos, unos para la admiración, otros por la curiosidad y el morbo.

Su forma de vida causa estupor y admiración. Cientos de peregrinos y hasta obispos acudirán a él para pedirle consejo. Terminó su vida viviendo sobre una columna. Una forma de vida incomprensible en nuestro tiempo, pero que llamó a miles en su época.

 HIMNO II
(Laudes)
 
Ver a Dios en la criatura,
ver a Dios hecho mortal
y ver en humano portal
la celestial hermosura.
¡Gran merced y gran ventura
a quien verlo mereció!
¡Quién lo viera y fuera yo!

Ver llorar a la alegría,
ver tan pobre a la riqueza,
ver tan baja a la grandeza
y ver que Dios lo quería.

¡Gran merced fue en aquel día
la que el hombre recibió!
¡Quién lo viera y fuera yo!

Poner paz en tanta guerra,
calor donde hay tanto frío,
ser de todos lo que es mío,
plantar un cielo en la tierra.
¡Qué misión de escalofrío
la que Dios nos confió!
¡Quién lo hiciera y fuera yo. Amén.