viernes, 10 de febrero de 2017

¡Canción del enfermo!

En la angustia y en la soledad, hay un Dios en el cielo que puede ayudar
como a tantos el viene a curar y por tu fe, Dios te sanara.
No tengas miedo, ni te canses ya, puedes vencer la enfermedad
aunque el dolor te llegue a la vida…
 Dios no te olvida







SANTA ESCOLÁSTICA



Nació en Nursia (Italia) en el 480 y se consagró a Dios desde muy joven. Siguió a su hermano San Benito a Subiaco y a Montecassino y estableció un monasterio a los pies del monte en Piumarola.

San Benito fijó su habitación en la cumbre de la montaña y visitaba a su hermana sólo una vez al año porque se había impuesto cumplir rigurosamente la regla.

En el último coloquio, Dios prefirió la caridad de Santa Escolástica que el cumplimiento estricto de la regla. La santa le pidió una vez más a su hermano que se quedara con ella. Con el severo reproche llegaron los truenos que obligaron a San Benito a desistir de regresar al monasterio. En este lugar se construyó la Iglesia del Coloquio.


Oración

Por intercesión de Santa Escolástica, que fue virgen sensata y una de las prudentes, concédenos Señor, la verdadera sabiduría y la pureza de costumbres.
Amén

"Sana a un sordomudo"

Evangelio  de Nuestro Señor Jesucristo según San Marcos 7,31-37.

Cuando Jesús volvía de la región de Tiro, pasó por Sidón y fue hacia el mar de Galilea, atravesando el territorio de la Decápolis.

Entonces le presentaron a un sordomudo y le pidieron que le impusiera las manos.
Jesús lo separó de la multitud y, llevándolo aparte, le puso los dedos en las orejas y con su saliva le tocó la lengua.

Después, levantando los ojos al cielo, suspiró y le dijo: "Efatá", que significa: "Abrete".
Y enseguida se abrieron sus oídos, se le soltó la lengua y comenzó a hablar normalmente.
Jesús les mandó insistentemente que no dijeran nada a nadie, pero cuanto más insistía, ellos más lo proclamaban y, en el colmo de la admiración, decían:
"Todo lo ha hecho bien: hace oír a los sordos y hablar a los mudos".

Palabra del Señor

Gloria a Ti, Señor Jesús


“Jesús lo llevó al descampado, lejos de la multitud, 
y le puso los dedos en las orejas”