viernes, 4 de julio de 2014

EXHORTACIÓN APOSTÓLICA EVANGELII GAUDIUM DEL SANTO PADRE FRANCISCO



1. La alegría del Evangelio llena el corazón y la vida entera de los que se encuentran con Jesús. Quienes se dejan salvar por Él son liberados del pecado, de la tristeza, del vacío interior, del aislamiento. Con Jesucristo siempre nace y renace la alegría. En esta Exhortación quiero dirigirme a los fieles cristianos para invitarlos a una nueva etapa evangelizadora marcada por esa alegría, e indicar caminos para la marcha de la Iglesia en los próximos años.
I. Alegría que se renueva y se comunica
2. El gran riesgo del mundo actual, con su múltiple y abrumadora oferta de consumo, es una tristeza individualista que brota del corazón cómodo y avaro, de la búsqueda enfermiza de placeres superficiales, de la conciencia aislada. Cuando la vida interior se clausura en los propios intereses, ya no hay espacio para los demás, ya no entran los pobres, ya no se escucha la voz de Dios, ya no se goza la dulce alegría de su amor, ya no palpita el entusiasmo por hacer el bien. Los creyentes también corren ese riesgo, cierto y permanente. Muchos caen en él y se convierten en seres resentidos, quejosos, sin vida. Ésa no es la opción de una vida digna y plena, ése no es el deseo de Dios para nosotros, ésa no es la vida en el Espíritu que brota del corazón de Cristo resucitado.

¿Experimentamos esa alegría evangélica, o nos quedamos a media hasta el punto de no sentirnos impulsado a vivir desde la alegría y el compromiso el Amor de Dios Padre?

¿Qué buscamos en el camino de nuestra vida? ¿Tenemos nuestra vida interior apagada por los intereses consumistas y materiales que este mundo caduco nos ofrece?

 ¿Queda nuestro corazón excluido de ser libre y disponible para amar a aquellos que carecen de lo más elemental?

De momento podemos hacer un alto en el camino y reflexionar o interpelarnos. Descansados seguiremos caminando en otro momento.