jueves, 28 de marzo de 2013

CLERICARIZARSE, UN PECADO



Hay un pecado del que no se suele hablar: el de la clericalización de los laicos. Claro, porque sólo los laicos pueden clericarizarse de manera pecaminosa. Los clérigos deben ser clérigos; los laicos, laicos. Antes del Concilio Vaticano II eso estaba muy claro. Siempre recuerdo -y no lo he vuelto a comprobar, pues hablo de memoria- que en el Código de Derecho Canónico de 1917 había únicamente dos cánones que se referían directamente al laico: uno le mandaba que obedeciera a los clérigos; el otro, que no se le ocurriera vestirse con los vestidos clericales.

Ciertamente era poco, pero bastante claro. El laico que sea laico.

Con el Concilio Vaticano II, en cambio, se armó la marimorena. Aunque la doctrina no podía ser mejor ni más entusiasmante: vocación universal a la santidad, santificación de las actividades profesionales, autonomía en las realidades temporales, sacerdocio real, etc, lo cierto es que se generó una especie de pasión por la clericalización del laico. De ahí a propugnar el sacerdocio femenino no hay más que un paso. Si clericalizamos a los laicos varones para que sean auténticos cristianos, es evidente que discriminamos a las mujeres si las excluimos de esa vía de perfección.

He hablado y oído muchas cosas sobre el particular, pero ayer me contaron lo que había dicho el cardenal Bergoglio en la última entrevista que le hicieron antes de viajar hacia Roma para ser elegido Papa. Le preguntaron: ¿Cómo ve a los laicos en la Argentina?

Y su respuesta no tiene desperdicio:
“Hay un problema, lo dije otras veces: la tentación de la clericalización. Los curas tendemos a clericalizar a los laicos. No nos damos cuenta pero es como contagiar lo nuestro. Y los laicos --no todos pero muchos- nos piden de rodillas que los clericalicemos porque es más cómodo ser monaguillo que protagonista de un camino laical. No tenemos que entrar en esa trampa, es una complicidad pecadora. Ni clericalizar ni pedir ser clericalizado. El laico es laico y tiene que vivir como laico con la fuerza del bautismo, lo cual lo habilita para ser fermento del amor de Dios en la misma sociedad, para crear y sembrar esperanza, para proclamar la fe, no desde un púlpito sino desde su vida cotidiana. Y llevando su cruz cotidiana como la llevamos todos. Y la cruz del laico, no la del cura. La del cura que la lleve el cura que bastante hombro le dio Dios para eso”.
En definitiva: comete pecado el sacerdote que clericaliza al laico; y también el laico que se desorienta al desear que lo clericalicen. Siempre es un pecado, pero cuando la que pide ser clericalizada es la mujer, entonces todavía da mayor pena... porque están haciéndole desear un imposible.

Recuerdo una vez que una catequista me pidió que preparara a dos niñas de once años para que fueran monaguillas, pues tenían deseos de serlo. Las mandé llamar y les expliqué los motivos por los que yo prefería aconsejarles que ayudaran en Misa de otras formas, pero no siendo acólitas o monaguillas. Les hablé de Cristo sacerdote y la Iglesia esposa. Que los esposos son varones no sólo porque Cristo eligió sólo varones, sino también porque la función del esposo es propia del varón. Por eso a ellas siempre les estaría vedado el sacerdocio ministerial, porque son mujeres. Que es la naturaleza las que las discrimina y no la Iglesia. De todos modos, os digo esto para que actuéis como os parezca mejor:

- El próximo domingo venid un rato antes y os preparo para que hagáis de monaguillas.

Y así quedamos. Sin embargo, el domingo siguiente ellas me dijeron que preferían no ayudar a Misa. Lo habían pensado y estaban felices.

¿No sería la catequista la que había querido clericalizar a las dos niñas poniendo en sus corazones deseos clericales?
Publicado por

SAN DOROTEO DE GAZA

San Doroteo de Gaza


Nació en Palestina a finales del siglo VI. En su infancia y adolescencia tenía pánico a los estudios. Al entrar en el Monasterio del Abad Seridio se entregó a los estudios gracias a la labor del Monje Juan. Además de ampliar sus conocimientos en letras y ciencias, se dedicó a ser Santo. Para alcanzar su acometido, cuidó de ancianos y de enfermos. Llegó a gobernar el monasterio y escribió libros ascéticos acerca de la vida monástica. 

28 de marzo de 2013. Jueves Santo.
Oración de la mañana (laudes)

Oraciones del día descargables en PDF aquí.

V. Dios mío, ven en mi auxilio.
R. Señor date prisa en socorrerme.

Gloria al Padre y al Hijo, y al Espíritu Santo.
Como era en el principio, ahora y siempre,
Por los siglos de los siglos. Amén.