domingo, 8 de enero de 2017

EN ACTITUD DE COMPLACER

(Mt 3,13-17)
Nuestro objetivo es el de complacer, complacer la Voluntad del Padre. Porque el Padre se complace en el Hijo: «Éste es mi Hijo amado, en quien me complazco». Y, nosotros, al intentar y esforzarnos en imitarle, complacemos también la Voluntad del Padre.

Esa debe ser nuestra petición de cada día, "complacer al Padre". Y complacer al Padre es tratar de vivir en el esfuerzo de hacer su Voluntad. Y hacer su Voluntad es vivir en su Amor y amando a los demás. Pero, ¿qué es amar y como amamos a los demás? Porque hablamos mucho de amor, ¿pero entendemos el significado de amar?

Cuando nos preocupamos por los demás; cuando cumplimos con nuestras responsabilidades; cuando nos empeñamos en atender y servir; cuando estamos presentes ante los problemas y sufrimientos del otro, a pesar de que experimentamos el deseo de huida, de alejamiento, de despreocuparnos...etc. Cuando permanecemos presentes y en el servicio, a pesar de nuestros apegos, apetencias y egoísmos, estamos amando.

Porque amar es mirar para Jesús y ver como nos ama Él a pesar de nuestros desplantes e indiferencias. Él es el modelo y la referencia. Por eso, al bautizarnos recibimos la fuerza, la asistencia y el compromiso del Espíritu Santo, que se compromete con nostros a fortalecernos y a ayudarnos para superar todos los obstáculos que nos impone el esfuerzo de amar. 

Ese es el camino que Jesús nos señala con su Bautismo: En aquel tiempo, Jesús vino de Galilea al Jordán donde estaba Juan, para ser bautizado por él. Pero Juan trataba de impedírselo diciendo: «Soy yo el que necesita ser bautizado por ti, ¿y tú vienes a mí?». Jesús le respondió: «Déjame ahora, pues conviene que así cumplamos toda justicia».

Sí, necesitamos seguir al Señor, y eso empieza por bautizarnos como Él, para, por la Gracia de Dios, recibir al Espíritu Santo, que nos asiste, auxilia y fortalece para la lucha de cada día contra el pecado que nos amenaza y nos seduce.