domingo, 16 de junio de 2013

NO BASTA SIMPLEMENTE CUMPLIR Y SER BUENA PERSONA



Oímos muchas veces decir que aquella persona era muy buena. Expresiones como: "¡Era un caballero!"; ¡Fue una persona integra y de bien!... y otras muchas más, nos interpelan ante lo que verdaderamente importa. Más que cumplir es vivir en la buena intención de hacer el bien, o lo que es lo mismo, vivir en el amor.

Sin embargo, eso nos puede llevar a confundirnos en cuanto conocemos a muchas personas que se confiesan no creyentes y son buenas personas. Ejemplares diría. Confundirnos porque nos ponen en duda que es lo importante: creer y adorar a Dios, o simplemente ser buena persona.

Hoy, en la segunda lectura, Pablo aclara bastante este problema: "El hombre no se justifica por cumplir la Ley, sino por creer en Xto. Jesús". ¡Más claro el agua!. Ahora, creer en Jesús supone seguir su mismo estilo de vida, y ello nos lleva a, no solo a amar a Dios sobre todas las cosas, sino a cumplir la Ley y amar al prójimo.

Se trata de ser buena persona, pero porque creemos en Jesús y es Él quien nos justifica, pues ser por nosotros mismos nos llevaría a ser reo de mi propia humanidad. Es Xto. Jesús quien me salva por su Muerte y Resurrección, y si no vivo en Él, mi humanidad quedará prisionera de mi propia carne. Así que todo lo que hagamos tendrá verdadero sentido de salvación si lo hacemos confiado y por la fe en Xto. Jesús.

SAN JUAN FRANCISCO DE REGIS

San Juan Francisco de Regis


Entró en la Compañía de Jesús. Cuando comenzó sus estudios Teológicos en Touluose se declara la terrible epidemia de la peste. Se hace sacerdote para cooperar en el intento de remediar el mal. Consiguió conversiones gracias a la fuerza de su predicación. Quiso llevar su palabra a Canadá, pero no fue posible y lo destinaron a la región del Vivarais, en el norte de Francia. Aquí vivió el resto de su vida. La diócesis de Viviers se encontraba en un deplorable estado espiritual; la mayor parte de los puestos eclesiásticos se encontraban en mano de los protestantes. Pero Juan catequiza, convence y convierte y comienzan a llamarle "el santo" y se llenan las iglesias más grandes de gente ávida de escucharle. (Leer más)


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