domingo, 17 de agosto de 2014

LA FE TE IMPULSA A LA ACCIÓN



Se nos ha dicho muchas veces que es muy importante orar, pero también que la insistencia en la oración, a pesar de no ser escuchado u obtener respuesta es todavía más importante. Porque, damos por hecho que el Señor, aunque aparente esconderse, siempre nos responde, pues, ¿cómo, si no, se ha hecho Hombre para salvarnos?

El Señor está siempre pendiente de cada uno de nosotros. Nos escucha y nos respondes, y nos dará siempre, no lo que le pidamos, sino lo que nos conviene, que es mucho mejor. Hoy, en este pasaje de la mujer cananea, observamos que en principio el Señor mantiene el silencio. ¿No querrá probar la constancia y perseverancia de esa mujer que le pide la curación de su hija? El resultado de ese encuentro parece indicar que sí, porque ese es su resultado final.

La mujer cananea insiste, hasta el punto que los apóstoles le piden que la atienda, pues viene detrás gritando. Y Jesús continua eludiendo ese encuentro. Parece dar a entender que quiere provocar el testimonio de fe de esa mujer. Llega incluso a responder que Él ha venido a salvar al pueblo de Israel, y a la petición de socorro de la mujer en el momento que lo alcanza, Jesús responde: «No está bien echar a los perros el pan de los hijos».

Sin embargo, la mujer no se calla, su fe le impulsa a seguir en la insistencia y responde: Tienes razón, Señor; pero también los perros se comen las migajas que caen de la mesa de los amos». Jesús le respondió: «Mujer, qué grande es tu fe: que se cumpla lo que deseas». En aquel momento quedó curada su hija.

Es el resultado final, Jesús le responde dando el máximo, la curación de su hija, y la mujer consigue el premio que buscaba al insistir y buscar con fe y perseverancia la Misericordia del Señor. Quizás sea la lección que todos nosotros debemos descubrir y tratar de esforzarnos en vivir en nuestras vidas. Es difícil, pero no estamos solos, para eso contamos con la Gracia del Espíritu Santo.