jueves, 30 de marzo de 2017

El testimonio de Dios legitima a Jesús...

Evangelio según San Juan 5,31-47.





Jesús dijo a los judíos:

Si yo diera testimonio de mí mismo, mi testimonio no valdría.

Pero hay otro que da testimonio de mí, y yo sé que ese testimonio es verdadero.

Ustedes mismos mandaron preguntar a Juan, y él ha dado testimonio de la verdad.

No es que yo dependa del testimonio de un hombre; si digo esto es para la salvación de ustedes.

Juan era la lámpara que arde y resplandece, y ustedes han querido gozar un instante de su luz.

Pero el testimonio que yo tengo es mayor que el de Juan: son las obras que el Padre me encargó llevar a cabo. Estas obras que yo realizo atestiguan que mi Padre me ha enviado.

Y el Padre que me envió ha dado testimonio de mí. Ustedes nunca han escuchado su voz ni han visto su rostro,  y su palabra no permanece en ustedes, porque no creen al que él envió.

Ustedes examinan las Escrituras, porque en ellas piensan encontrar Vida eterna: ellas dan testimonio de mí, y sin embargo, ustedes no quieren venir a mí para tener  Vida.

Mi gloria no viene de los hombres.

Además, yo los conozco: el amor de Dios no está en ustedes.

He venido en nombre de mi Padre y ustedes no me reciben, pero si otro viene en su propio nombre, a ese sí lo van a recibir.

¿Cómo es posible que crean, ustedes que se glorifican unos a otros y no se preocupan por la gloria que sólo viene de Dios?

No piensen que soy yo el que los acusaré ante el Padre; el que los acusará será Moisés, en el que ustedes han puesto su esperanza.

Si creyeran en Moisés, también creerían en mí, porque él ha escrito acerca de mí.

Pero si no creen lo que él ha escrito, ¿cómo creerán lo que yo les digo?".


Palabra del Señor


Reflexión Padre  J. Garcia

Conforme crece cada persona se va haciendo una imagen de si misma, que le sirve como motivación para adoptar conductas particulares, y alcanzar metas de realización personal, esto lo aprendemos de la psicología social, de lo que pensemos de nosotros mismos, de como deseamos vernos y ser vistos, depende como procesamos la información que recibimos del entorno. Si lo que recibimos sintoniza con nuestra propia imagen y valores lo asimilamos y apoyamos. Pero si lo que percibimos del entorno no emplasma con nuestra propia imagen, lo resistiremos y lo rechazaremos. Debido a estos mecanismos el encuentro con lo diferente, con lo otro, lo que no corresponde a mis propias ideas e imágenes requerirá siempre un esfuerzo consciente de apertura  y tolerancia. 
El Evangelio de hoy puede impulsarnos a revisar nuestra imagen personal, y colocarla junto a la de Jesús.

¿Cuales voces escuchaba Él, y cuales nosotros para definir el modo de ser y de actuar? 
¿Cual es el honor que juzga, que Jesús busca y cual es  el que yo persigo?
¿Cual es la marca del Evangelio en mis modos de vida? 

Pues todo depende de eso; para que  nosotros mismos tengamos una imagen de nosotros mismos. 

Ojalá que vayamos buscando la imagen que se parece a la imagen de Jesús.