miércoles, 13 de septiembre de 2017

San Juan Crisóstomo, Obispo y Doctor de la Iglesia

Patrono de los predicadores
San Juan Crisóstomo
Educado por la madre, santa Antusa, Juan (que nació en Antioquía probablemente en el 349) en los años juveniles llevó una vida monástica en su propia casa.

Después, cuando murió la madre, se retiró al desierto en donde estuvo durante seis años, y los últimos dos los pasó en un retiro solitario dentro de una cueva con perjuicio de su salud. Fue llamado a la ciudad y ordenado diácono, luego pasó cinco años preparándose para el sacerdocio y para el ministerio de la predicación. Ordenado sacerdote por el obispo Fabián, se convirtió en celoso colaborador en el gobierno de la Iglesia antioquena. La especialización pastoral de Juan era la predicación, en la que sobresalía por las cualidades oratorias y la profunda cultura. Pastor y moralista, se preocupaba por transformar la vida de sus oyentes más que por exponer teóricamente el mensaje cristiano.

En el 398 Juan de Antioquía (el sobrenombre de Crisóstomo, es decir Boca de oro, le fue dado tres siglos después por los bizantinos) fue llamado a suceder al patriarca Netario en la célebre cátedra de Constantinopla. En la capital del imperio de Oriente emprendió inmediatamente una actividad pastoral y organizativa que suscita admiración y perplejidad: evangelización en los campos, fundación de hospitales, procesiones antiarrianas bajo la protección de la policía imperial, sermones encendidos en los que reprochaba los vicios y las tibiezas, severas exhortaciones a los monjes perezosos y a los eclesiásticos demasiado amantes de la riqueza. Los sermones de Juan duraban más de dos horas, pero el docto patriarca sabía usar con gran pericia todos los recursos de la oratoria, no para halagar el oído de sus oyentes, sino para instruir, corregir, reprochar.

Juan era un predicador insuperable, pero no era diplomático y por eso no se cuidó contra las intrigas de la corte bizantina. Fue depuesto ilegalmente por un grupo de obispos dirigidos por Teófilo, obispo de Alejandría, y desterrado con la complicidad de la emperatriz Eudosia. Pero inmediatamente fue llamado por el emperador Arcadio, porque habían sucedido varias desgracias en palacio. Pero dos meses después era nuevamente desterrado, primero a la frontera de Armenia, y después más lejos a orillas del Mar Negro.

Durante este último viaje, el 14 de septiembre del 407, murió. Del sepulcro de Comana, el hijo de Arcadio, Teodosio el Joven, hizo llevar los restos del santo a Constantinopla, a donde llegaron en la noche del 27 de enero del 438 entre una muchedumbre jubilosa.

De los numerosos escritos del santo recordamos un pequeño volumen Sobre el Sacerdocio, que es una obra clásica de la espiritualidad sacerdotal.

Alégrense ese día y salten de gozo, porque su recompensa será grande en el cielo...

Evangelio de Nuestro Señor Jesucristo según San Lucas 6,20-26.

Jesús, fijando la mirada en sus discípulos, dijo: «¡Felices ustedes, los pobres, porque el Reino de Dios les pertenece!

¡Felices ustedes, los que ahora tienen hambre, porque serán saciados! ¡Felices ustedes, los que ahora lloran, porque reirán!

¡Felices ustedes, cuando los hombres los odien, los excluyan, los insulten y los proscriban, considerándolos infames a causa del Hijo del hombre!

¡Alégrense y llénense de gozo en ese día, porque la recompensa de ustedes será grande en el cielo. De la misma manera los padres de ellos trataban a los profetas!

Pero ¡ay de ustedes los ricos, porque ya tienen su consuelo!

¡Ay de ustedes, los que ahora están satisfechos, porque tendrán hambre! ¡Ay de ustedes, los que ahora ríen, porque conocerán la aflicción y las lágrimas!

¡Ay de ustedes cuando todos los elogien! ¡De la misma manera los padres de ellos trataban a los falsos profetas!»

Palabra del Señor

AUDIENCIA PAPA FRANCISCO

Hoy, el Papa Francisco, nos habla de su reciente viaje a Colombia. Un viaje realizado con el objetivo de dar el primer paso, como nos cuenta el Papa, para establecer la paz y la concordia en un país que lleva cincuenta años de conflictos internos. Se hace necesario la paz, porque sólo en la paz se puede hacer presente la vivencia del amor.

Ha sido un viaje lleno de esperanza y de testimonios de un pueblo que lucha por la paz, y el Papa ha querido, con su presencia, bendecir ese espíritu de lucha y de esperanza que toda Colombia desea que se alcance.Unámonos al Papa en la oración al Padre, para que prevalezca los deseos de paz y todos contribuyan con sus esfuerzos a establecerla. Leamos lo que nos dice el Papa.




PAPA FRANCISCO
AUDIENCIA GENERAL
Miércoles 13 de septiembre de 2017


Queridos hermanos y hermanas:

En la catequesis de hoy deseo hacerles partícipes de mi reciente Viaje Apostólico a Colombia. En primer lugar, quiero agradecer desde aquí al Presidente por su invitación a visitar ese país, a las Autoridades, a los obispos y a todos cuantos han colaborado para hacerlo posible, y muy especialmente al pueblo colombiano por su acogida, su alegría y su afecto.

El lema del Viaje era «Demos el primer paso», y miraba al proceso de reconciliación que vive hoy Colombia para poder salir de 50 años de conflicto interno. Con mi visita quise bendecir el esfuerzo de ese pueblo, confirmarlo en la fe y en la esperanza, y recibir su testimonio, que es una riqueza para mi ministerio y para toda la Iglesia.

He podido contemplar los deseos de paz y de vida de tantos niños y jóvenes, en quienes exulta la esperanza. He podido encontrar también a los Obispos de esta nación y a los representantes del CELAM, para alentar su labor.

En la etapa culminante de mi viaje, Villavicencio, hemos oído el conmovedor testimonio de los mártires y hemos visto el cuerpo mutilado del Cristo de Bocayá, esto nos ha recordado que la paz se funda, ante todo, sobre la sangre de testigos del amor, de la verdad, de la justicia y de la fe.
En Medellín y Cartagena, el tema ha trascendido a la misión y al servicio, con insignes ejemplos de vocación y de seguimiento de Jesús, que hoy como ayer se entregan a los más pobres y se consagran a la promoción humana integral.

Saludos:
Saludo cordialmente a los peregrinos de lengua española, en especial a los provenientes de España y Latinoamérica, y muy especialmente a los colombianos que veo allá. Confío a todos a la Virgen de Chiquinquirá, que ella pueda ayudarnos a dar el primer paso hacia un mundo más justo y en paz. Que Dios los bendiga.