Queridos hermanos y hermanas:
Hay muchas personas que, compartiendo con nosotros la fe en Cristo,
pertenecen a otras confesiones o tradiciones. Ante esta situación, que a
lo largo de la historia ha sido con frecuencia causa de conflictos y
sufrimiento, ¿cuál es hoy nuestra actitud? ¿Nos resignamos, somos
indiferentes? ¿O creemos que es posible caminar hacia la reconciliación y
la plena comunión?
Las divisiones entre los cristianos, además de herir a la Iglesia,
hieren al mismo Cristo, que, antes de su muerte, rogó encarecidamente al
Padre por la unidad de todos los discípulos.
Diversas razones han conducido a la separación. Pero, de un modo u
otro, tras estas heridas, siempre aparecen la soberbia y el egoísmo que
nos vuelven intolerantes e incapaces de escuchar y aceptar a quien tiene
un punto de vista diverso. Leer más...