miércoles, 25 de febrero de 2015

PIDAN Y SE LES DARÁ



PRECES

Bendigamos al Autor de nuestra salvación, que ha querido renovar en sí mismo todas las cosas, y digámosle: 
Renuévanos, Señor, por tu Espíritu Santo. 

Señor, tú que nos has prometido un cielo nuevo y una tierra nueva, renuévanos sin cesar por tu Espíritu Santo, 
— para que lleguemos a gozar eternamente de ti en la nueva Jerusalén. 

Que trabajemos, Señor, para que el mundo se impregne de tu Espíritu, 
— y se logre así más eficazmente la justicia, el amor y la paz universal. 

Enséñanos, Señor, a corregir nuestra pereza y nuestra desidia 
— y a poner nuestro corazón en los bienes eternos.

Líbranos del mal 
— y presérvanos de la fascinación de la vanidad que oscurece la mente y oculta el bien.

Se pueden añadir algunas intenciones libres. Agrega ahora tu petición en el comentario



25 de febrero de 2015, 
miércoles de la semana I de Cuaresma.
Oración de la mañana (laudes) 

domingo, 22 de febrero de 2015

JESÚS SE PREPARA PARA LA VIDA PÚBLICA

(Mc 1,12-15)


Toda misión necesita una previa preparación. No se puede uno meter rápidamente y sin reflexionarlo o prepararlo en el fregado, porque tienes muchas probalidades de fracasar. Siempre es bueno pensar y preparar lo que vas a emprender. Eso nos lo sugiere el sentido común y la lógica humana.

Y Jesús lo entiende así y se retira al desierto durante 40 días con sus noches, y prepara la misión a la que ha sido enviado. Es el momento, cuando el Maligno ve lo que vamos a hacer, elegido para atacarnos. Quieres cogernos desprevenidos, despistados y sin estar preparados. Por eso, en nuestro mundo debemos estar siempre preparados.

Y eso significa que nunca debes apartarte del Entrenador. El símil nos vale, porque solamente injertados en Xto. Jesús, podemos resistir las embestidas del demonio que quiere y pretende tumbarnos. Para eso ha sido enviado el Paráclito, el Espíritu Santo, para asistirnos y darnos la fortaleza que necesitamos antes las tentaciones mundanas.

Nuestro desierto es la oración constante, la penitencia y sobre todo, la Eucaristía. Ahí encontraremos las fuerzas y la luz para vencer las tentaciones que el mundo nos ofrece en sus propuestas de bienestar, confort, egoísmos de poder y riquezas y exclusión de los que nos molestan y nos exigen amor.

Porque en la oración, el ayuno y la limosna encontraremos luz y fortaleza para no dejarnos llevar por la voz que pretende y quiere alejarnos de Dios. Por la voz que nos dice que el camino de la felicidad es otro y está en el mundo.

miércoles, 18 de febrero de 2015

AUDIENCIA GENERAL DEL PAPA FRANCISCO




Queridos hermanos y hermanas:

Seguimos con el tema de la familia, en concreto hoy hablamos de los hermanos. La fraternidad era un valor esencial en el pueblo de Israel, encontrando cumplidos elogios de ella en el Antiguo Testamento. Su ruptura, sin embargo, abre un abismo profundo en el hombre. La pregunta de Dios a Caín: «¿Dónde está tu hermano?» no cesa de resonar a lo largo de la historia.

Es en la familia donde aprendemos a abrirnos a los demás, a crecer en libertad y en paz, siendo esa primera convivencia fraterna la que se propone como un ideal para cualquier relación dentro de la sociedad y entre los distintos pueblos. Leer más...

domingo, 15 de febrero de 2015

SI TE MIRAS BIEN, TÚ Y YO TAMBIÉN TENEMOS LEPRA

(Mc 1,40-45)

Es posible que te mires y no descubras tu lepra. Quizás la escondas con tantas cremas y productos cosméticos que hay hoy en día. Algunos, por su situación precaria, no la pueden disimular tantos, pero de una u otra forma, tú y yo somos enfermos leprosos.

Los tiempos cambian, y con ellos también las enfermedades. Las lepras de hoy no tienen nada que ver con las de ayer. Hoy, las de antes, están erradicadas, pero el virus no ha muerto y sigue vivo, aunque de otra forma, en nuestro tiempo. Hoy la lepra se esconde en el egoísmo que nos consume.

Estamos embobecidos por el consumo, el poder, las riquezas y el placer de vivir bien. Que no está reñido con el ser cristiano, pero que no puede ignorar a aquellos que están mal. Ahí es donde se esconde la lepra de nuestro tiempo. El virus es el apego a pensar en nosotros mismos. Vivimos muy preocupados de nuestras apetencias y satisfacciones, y nos olvidamos de los demás.

Si no eres capaz de renunciar a ti y darte en sacrificio y renuncias al servicio de tu familia, de tus amigos y... No serás capaz de amar. Y si no tienes amor, nada eres. Porque el amor es el que construye la justicia, la verdad y la paz. 

Quizás esa sea nuestra lepra de hoy y necesitamos limpiarnos. Y como el leproso del Evangelio de hoy tenemos que buscar a quien nos pueda limpiar. Sólo en Jesús encontramos ese amor capaz de escucharnos, acercarse a nosotros y limpiarnos. ¡Ven Señor Jesús!

miércoles, 11 de febrero de 2015

AUDIENCIA DEL PAPA FRANCISCO



Queridos hermanos y hermanas:

Siguiendo la serie de catequesis sobre la familia, hoy quisiera hablarles de los hijos como don de Dios para los padres y la sociedad. Un hijo es amado por ser hijo: no porque sea bello, sano, bueno; no porque piense igual que yo, o encarne mis deseos. Todos hemos sido hijos. Ser hijos nos permite descubrir la dimensión gratuita del amor, de ser amados antes de haber hecho nada para merecerlo, antes de saber hablar o pensar, e incluso antes de venir al mundo. Es una experiencia fundamental para conocer el amor de Dios, fuente última de este auténtico milagro. Además, este amor nos da fuerza para afrontar la vida sin miedo, construir un mundo nuevo, ser mejores cada día sin arrogancia y sin presunción.
El cuarto mandamiento que nos pide “honrar al padre y a la madre” está a la base de cualquier otro tipo de respeto entre los

domingo, 8 de febrero de 2015

TEORÍA Y PRÁCTICA

(Mc 1,29-39)

Hoy, el Evangelio, nos enseña una jornada normal de Jesús. Se levanta muy temprano y se pone a orar, par luego predicar y curar. La Palabra va seguida de la acción. Jesús proclama el Reino de Dios y lo adelanta en las curaciones de todo tipo, expulsando también demonios.

Esas curaciones nos descubren que estamos llamados a una nueva vida cuando termine esta. Nos lo dice Jesús al demostrarnos su poder de sanación. Porque, ¿para qué entonces nos cura? ¿Para luego, dentro de unos años dejarnos morir? No parece tener eso mucho sentido, ¿no les parece?

Las curaciones descubren una nueva vida, un poder de resurrección que vendrá al final de nuestra vida en este mundo. Jesús nos predica esa Buena Noticia de salvación, y nos la demuestra curando a muchos de sus dolencias, enfermedades y liberando a los poseídos por espíritus inmundos.

También, Jesús, nos enseña la necesidad de la oración. Es el alimento que nos sostiene unidos en intimidad con el Padre, y nos capacita, si esa es su Voluntad, para también nosotros, en su Nombre, hacer las mismas cosas que Él. La fe mueve montañas nos dice el Señor.

Pidamos fortaleza, paz y sabiduría para permanecer en la oración unidos al Señor y, con la vivencia diaria de nuestras vidas, proclamar de palabra y acción, su Mensaje. Amén.

miércoles, 4 de febrero de 2015

AUDIENCIA DEL PAPA FRANCISCO







Queridos hermanos y hermanas:

Hoy quisiera referirme al aspecto positivo y decisivo de la figura del padre. Toda familia necesita un padre. Un padre que no se vanaglorie de que su hijo sea como él, sino que se alegre de que aprenda la rectitud y la sensatez, que es lo que cuenta en la vida. Esto será la mejor herencia que podrá transmitir al hijo, y se sentirá henchido de gozo cuando vea que la ha recibido y aprovechado. Por eso el padre trata de enseñarle lo que el hijo aún no sabe, corregir los errores que aún no ve, orientar su corazón, protegerlo en el desánimo y la dificultad. Todo ello con cercanía, con dulzura y con una firmeza que no humilla. Para ser un buen padre, lo primero es estar presente en la familia, compartir los gozos y las penas con la mujer, acompañar a los chicos a medida que van creciendo. La parábola evangélica del hijo pródigo nos muestra al padre que  

domingo, 1 de febrero de 2015

CON LA AUTORIDAD DEL ESPÍRITU SANTO

(Mc 1,21-28)

Jesús se pone a enseñar. Ponerse a enseñar es condición del que sabe, y Jesús sabe y lo hace con autoridad. Eso es lo que se desprende de los que le escuchan: Y quedaban asombrados de su doctrina, porque les enseñaba como quien tiene autoridad, y no como los escribas.

Hay quienes se ponen a enseñar si saber, y menos sin ninguna autoridad. Hay quienes no enseñan, pero se la saben todas y no aceptan ninguna enseñanza. Hay de todos, pero Jesús es algo extraordinario y diferentes a todos. Despierta la admiración en todos los que le escuchan, tanto que algunos no queriendo aceptar sus Palabras y su Verdad empiezan a maquinar como quitarlo del medio.

Jesús está seguro de sus Palabras porque en Él está el Espíritu Santo. Esa es su fuerza y su poder, y de ahí le viene su autoridad. En su Bautizo en el Jordán descendió sobre Él el Espíritu Santo y desde ese momento empezó a proclamar la llegada del Reino de Dios y a curar todo dolencia y a expulsar espíritu inmundos.

Por eso todos acuden a Él, lástima que se quedan en lo menos importante, en las dolencias del cuerpo cuando lo más importante es la salvación del alma. 

Acudamos a Jesús para que nos cure el cuerpo, pero principalmente para que nos cure el alma, porque sólo así podemos alcanzar la salvación eterna.