sábado, 25 de marzo de 2017

PROGRAMA SEMANA SANTA



La Anunciación del Señor...

Evangelio de Nuestro Señor Jesucristo según San Lucas 1,26-38.






El Ángel Gabriel fue enviado por Dios a una ciudad de Galilea, llamada Nazaret, a una virgen que estaba comprometida con un hombre perteneciente a la familia de David, llamado José. El nombre de la virgen era María.

El Ángel entró en su casa y la saludó, diciendo: "¡Alégrate!, llena de gracia, el Señor está contigo".
Al oír estas palabras, ella quedó desconcertada y se preguntaba qué podía significar ese saludo.

Pero el Ángel le dijo: "No temas, María, porque Dios te ha favorecido.
Concebirás y darás a luz un hijo, y le pondrás por nombre Jesús;  él será grande y será llamado Hijo del Altísimo. El Señor Dios le dará el trono de David, su padre,  reinará sobre la casa de Jacob para siempre y su reino no tendrá fin".

María dijo al Ángel: "¿Cómo puede ser eso, si yo no tengo relaciones con ningún hombre?".

El Ángel le respondió: "El Espíritu Santo descenderá sobre ti y el poder del Altísimo te cubrirá con su sombra. Por eso el niño será Santo y será llamado Hijo de Dios.

También tu parienta Isabel concibió un hijo a pesar de su vejez, y la que era considerada estéril, ya se encuentra en su sexto mes,  porque no hay nada imposible para Dios".

María dijo entonces: "Yo soy la servidora del Señor, que se cumpla en mí lo que has dicho". Y el Ángel  se alejó.

Palabra del Señor

Hoy celebramos la encarnación del Hijo de Dios. Nueve meses antes de Navidad,  celebramos  LA ENCARNACIÓN DEL HIJO DE DIOS,  que San Lucas describe en el anuncio del Ángel Gabriel a la Santísima Virgen María, que sería Madre del Hijo del Altísimo, Madre de Dios y la aceptación de María Santísima como sierva y esclava del Señor. 

Reflexión Padre J. García.
María nuestra Madre, María de Nazareth, vivió en una sociedad patriarcal que consideraba a las mujeres como menores de edad, la virginidad femenina garantizaba honra y buen nombre a la familia, además de una dote sustanciosa si algún varón bien situado se fijaba en ella. Perder la pureza con alguien distinto al esposo prometido significaba la ruina. El fruto de alguna unión ilegitima corría suerte igualmente vergonzosa, no podría casarse; sino con alguien en su misma condición. Pero la vergüenza pública no detuvo a María para dar su Si, a la singular propuesta de ser Madre que el enviado celeste le hizo. 
La Anunciación nos ayuda a ver que el proyecto de la salvación de Dios, no camina sin el concurso humano y que transitan caminos inesperados y hasta irregulares, tales modos nos despiertan sospechas todavía, porque todo lo regulamos y prevemos, con frecuencia relegamos la fuerza incontenible del Espíritu que hace posible lo imposible. La Anunciación a María debe despertarnos el ansia de alcanzar lo imposible.
El sueño mesiánico es eso que solo puede hacer  Dios con nosotros.

¡Tantos milagros que el Señor  quiere hacer!  y nosotros lo regulamos todo.

¡Confiemos en Él!  Porque para Él;  NO HAY  NADA IMPOSIBLE.