domingo, 31 de agosto de 2014

EMPEÑADOS EN HACER NUESTRA VOLUNTAD



Mt 16, 21-27


En muchas ocasiones rechazamos la Voluntad de Dios y queremos imponer la nuestra. Son esos momentos en los que nuestros egoísmos nos superan y nos someten, e incluso nos parecen más acertados, mejores y convenientes que los que nos propone Dios. Es el caso que hoy nos relata el Evangelio de hoy cuando Pedro se lleva a parte a Jesús y empieza a increparlo: « ¡No lo permita Dios, Señor! Eso no puede pasarte».

Sin embargo la respuesta de Jesús fue contundente y firme: Jesús se volvió y dijo a Pedro: «Quítate de mi vista, Satanás, que me haces tropezar; tú piensas como los hombres, no como Dios». Realmente Jesús nos descubre y nos retrata. Nuestros pensamientos no son como los de Dios. Son pensamientos egoístas, materiales, caducos que no ven más allá de lo finito.

No cabe en nuestra cabeza que la vida empieza por la muerte, la muerte en este mundo caduco que sólo nos sirve de purificación y de medio para conseguir la verdadera, la que precisamente Jesús nos propone: «El que quiera venirse conmigo que se niegue a sí mismo, que cargue con su cruz y me siga. Si uno quiere salvar su vida, la perderá; pero el que la pierda por mí, la encontrará. ¿De qué le sirve a un hombre ganar el mundo entero, si malogra su vida? ¿O qué podrá dar para recobrarla? Porque el Hijo del Hombre vendrá entre sus ángeles, con la gloria de su Padre, y entonces pagará a cada uno según su conducta»

Indudablemente, no se puede hablar más claro, pero, ¡asombrosamente!, no parecemos estar más ciegos todos aquellos que no queremos entender y abrir nuestros corazones a su Palabra. Pedro así lo entendió y supo acatar y permanecer en la obediencia a la Palabra de Jesús.

Te pedimos Señor nos des la luz y la sabiduría necesaria para entender y obedecer tu Palabra haciéndola vida en nuestras vidas. Amén.