domingo, 17 de marzo de 2013

DE DOMINGO A DOMINGO



Cuando miramos a las leyes, estamos mirando para que otros la cumplan. Y la cumplan estrictamente ante la amenaza de caerles, en caso de no cumplirlas, el peso de la ley. Sin embargo, cuando la ley no ataña a nosotros, aplicamos una medida más benigna o la excluimos de nuestras obligaciones. No es lo mismo una mujer adultera que un hombre adultero. 

Aún siendo el mismo delito, en una es un delito con pena de muerte incluida, mientras en otro no existe ningún tipo de delito y le está permitido. La aplicación de la ley no es igual según el caso, la persona o el género. Posiblemente Jesús advierte estas diferencias y nos desnuda con su propuesta: "Quien esté libre de pecado que tire la primera piedra".

¿Estamos nosotros limpios de pecado? ¿Con qué autoridad nos atrevemos a juzgar los pecados de los demás? ¿Puede un mal ejemplo, dar un buen ejemplo? ¿Se puede condenar estando condenado? Porque quien condena resulta que también ha cometido el mismo u otros delitos. 

Por eso, a la propuesta de Jesús, todos empezaron a desfilar comenzando por los más viejos. Precisamente los que más habían pecado. Se necesita ser misericordioso para poder perdonar, porque, gracias a eso estamos nosotros vivos y con esperanza de alcanzar vida eterna. Sí, por la Misericordia de Dios hemos sido nosotros rescatados, y también por la misericordia que seamos capaces nosotros de dar, seremos también perdonados y salvados.

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