miércoles, 17 de mayo de 2017

El que permanece en mí y yo en él, ése da fruto abundante...

Evangelio de Nuestro Señor Jesucristo según san Juan: 15, 1-8



En aquel tiempo, Jesús dijo a sus discípulos: 

“Yo soy la verdadera vid y mi Padre es el viñador. Al sarmiento que no da fruto en mí, él lo arranca, y al que da fruto lo poda para que dé más fruto.

Ustedes ya están purificados por las palabras que les he dicho. Permanezcan en mí y yo en ustedes. 

Como el sarmiento no puede dar fruto por sí mismo, si no permanece en la vid, así tampoco ustedes, si no permanecen en mí. 

Yo soy la vid, ustedes los sarmientos; el que permanece en mí y yo en él ése da fruto abundante, porque sin mí nada pueden hacer. 

Al que no permanece en mí se le echa fuera, como al sarmiento, y se seca; luego lo recogen, lo arrojan al fuego y arde.

Si permanecen en mí y mis palabras permanecen en ustedes, pidan lo que quieran y se les concederá. 

La gloria de mi Padre consiste en que den mucho fruto y se manifiesten así como discípulos míos”.


Palabra del Señor

Reflexión P. J. Garcia
La Pascua no es una semana que pasa; es una manera de caminar siguiendo a Jesús, tratando de conocerlo más; y comprenderlo mejor. En el tiempo anterior a la Pascua nos preparamos para el encuentro profundo con la comunidad de Jesús. En el tiempo que sigue a la celebración Pascual saboreamos el Evangelio procurando compenetrarnos con el Señor. Es tiempo de crecimiento y encuentro con nuestra propia fe, abiertos al mensaje de Jesús y a los hermanos. Saber tender la mano, dialogar, manifestar ternura, escuchar. Pascua es un programa de vida que nace de la Vid Jesús, y se extiende a los sarmientos y al árbol entero. La vid es uno de los símbolos bíblicos de Israel. 
Jesús  se proclama a si mismo vid verdadera, quiere decir que hay que abandonar las vides falsas. La adhesión a Jesús y a su proyecto del Reino; hace que demos buenos frutos, permaneciendo en Él y en Él.  En Él  nos encontramos e injertamos unos en otros. Esta permanencia en Jesús   es el criterio desde donde tenemos que vivir, sentir y actuar. Así que no nos separemos de Él porque solos no podemos hacer nada y hay que dar mucho fruto pero pegaditos a Jesús.

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Y todo eso se puede unir por el amor. Amar es permanecer unidos en Aquel que nos une: Jesús de Nazaret.