viernes, 8 de noviembre de 2013

¿POR QUÉ NO VAMOS A MISA?



No se trata de echarnos la culpa, pero tampoco de quitárnosla toda. Si las cosas están como están, algo de culpa tendré yo también. La pregunta, por lo tanto, es obvia: ¿qué pasa en nuestras parroquias, sobre todo en la celebración Eucarística? ¿Por qué la gente, los católicos no quieren ir a misa? ¿Cuáles son las razones con las que se justifican? ¿Podremos hacer algo nosotros, cada uno?

Sabemos que muchos se autoengañan y buscan justificaciones. No quieren porque pueden elegir por optar ser libres u obedecer y someterse a las cosas del mundo. Pero hay otros que quizás se escandalizan o se alejan porque son espantados y no acogidos. Es ahí donde debemos reflexionar.

Son preguntas que aguardan respuestas. Y esas respuestas gravitan y se esconden en nosotros. No se trata de responderlas aquí; ni tampoco encontrar respuestas concretas. Se trata de reflexionar al respecto y ver qué ocurre, y que puedo hacer yo para que ese muro se derrumbe.

Otros, que se hacen estas preguntas, han hecho una encuesta y el resultado es este: ver aquí

1 comentario:

  1. Yo he experimentado rechazos y desprecios por algunos de mis queridos hermanos sacerdotes, y religiosos, en sus conversaciones conmigo, que a otros les hubiera llevado al abandono, a la desesperación. Fue por la década, no en todos encontré la ayuda espiritual; aunque sí es cierto, que el Señor se compadecía de mí, y me puso en el camino a auténticos religiosos, religiosas y sacerdotes, vicarios que luego llegaron a ser obispos...

    Pero jamás, a causa de los ejemplos erróneos, nunca tuve la tentación de abandonar a la Iglesia, pues me refugiaba con todas mis fuerzas en la oración, novenas, aún con dolor interior, el Señor me enseñó a amar a todos, y no se puede amar a nuestro prójimo si no tenemos un corazón dispuesto a corregirse; la oración, la Eucaristía son medios poderosísimos, para perseverar en la Santa Madre Iglesia Católica.

    Con la oración, aprendí también a amar y valorar la Santa Misa, sin vida de oración, es imposible que el alma persevere en la participación eucarística.

    Con la oración, todos aquellos resentimientos, que tenía, acababa por morir, y dejar paso al amor, y amar a quienes no quieren comprender nuestra vida espiritual.

    Un día, por los años noventa, cuando me dirigía a casa, se me presentó una persona, y me dijo, "dejé de ir a Misa, porque el sacerdote durante la Misa, dijo; que los que tuvieran frío, que se acercasen a la estufa". Diciendo no sé que cosas más contra aquel sacerdote, pero yo le decía, que eso de hablar así no era nada bueno. Pero él quería insistir, pero ya no quise decirle nada más, y me fui inmediatamente, alejándome de esa persona. Que por cierto, no sé quien sería.

    Hay personas que culpan al sacerdote, del porqué no van a Misa, dejan de ir también a la Iglesia. Pero la culpa es personal, si no hay amor a Dios, termina por la apostasía. La apostasía es una traición a Dios, un rechazo a Dios y a la propia salvación eterna.

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Y todo eso se puede unir por el amor. Amar es permanecer unidos en Aquel que nos une: Jesús de Nazaret.