domingo, 18 de agosto de 2013

CUANDO CERRAMOS LOS OJOS



Posiblemente, ante muchos acontecimientos de nuestra vida cerramos los ojos con la excusa de no prender fuego y no armar jaleos. ¡Haya paz, decimos!, pero en el fondo lo que buscamos es apagar el fuego y enterrar todo aquello que nos interpela y nos descubre la verdadera realidad.

Jesús nos dice hoy que Él no ha venido a eso, sino todo lo contrario. Ha venido a armar la guerra, a buscar la verdad, y la verdad molesta, inquieta y exige poner remedio. Por eso, cuando tratamos de hacer la Voluntad de Dios, prendemos el mundo de fuego, de un fuego que quema todo aquello que esconde la mentira y quema la verdad que busca el bien de todos los hombres.

Sin embargo, nosotros con nuestra tibieza y quietud apagamos ese fuego de amor que Jesús nos trae, y dejamos el mar de nuestra vida en calma, con la misma rutina y monotonía de siempre. Es mal síntoma que el fuego de nuestro corazón no arda y prenda todo lo que toca a su alrededor con un fuego de llama viva amorosa que contagia y busca el bien y la salvación de todos los hombres.

Hoy es un buen día para pedirle al Padre Dios que nos de la capacidad de hacer su Voluntad y de prender con ese fuego de Amor todo el camino de nuestra vida.

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Y todo eso se puede unir por el amor. Amar es permanecer unidos en Aquel que nos une: Jesús de Nazaret.