domingo, 10 de marzo de 2013

DE DOMINGO A DOMINGO



Podría ser el padre, o el hijo menor o estar situado en la actitud del hermano mayor. No cabe ninguna duda que en alguna actitud de las tres me he de situar. Porque en la vida podemos ser ambiciosos, inconformistas e suficientes, pero también podemos ser inflexibles, intolerantes e incomprensibles, o, superando ambas actitudes, empeñarnos en amar y perdonar ambas actitudes.

Sólo hay dos alternativas, el amor o el desamor. La una trae consigo el comprender, el dejar actuar con entera libertad y desear el bien hasta el punto de amar sin condiciones. La otra no perdona, busca su propio bien, es egoísta y solo piensa en satisfacer sus apetencias e ideales. Todos estamos metidos en ese saco y en alguna de esas actitudes nos encontramos.

No cabe ninguna duda que a todos nos gustaría ser ese padre bueno que comprende, que escucha, que, a pesar de saber como somos, nos deja en total libertad para que hagamos lo que nos apetece, y que nos espera en actitud de perdón y con los brazos abiertos. Dichosos todos nosotros si llegamos a descubrir que ese Padre existe y nos espera. Y más dichosos aquellos que encuentran el camino de regreso a casa.

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Y todo eso se puede unir por el amor. Amar es permanecer unidos en Aquel que nos une: Jesús de Nazaret.