A ti y, también a mí, nos sucede algo de eso. Posiblemente no sea la misma enfermedad, flujos de sangre, pero sí la misma búsqueda: "La Felicidad". Queremos sentirnos bien, satisfechos, alegres y en paz. Y en este mundo, que en apariencias nos promete mucho, no hay nada. Todo es superficial y vacío. Su oquedad es notoria y esconde el sin sentido y la nada.
En esa disyuntiva, salud o muerte. Es decir, vida, alegría y felicidad o enfermedad, tristeza y muerte, aquella mujer cananea se debatía en alcanzarla o resignarse al sufrimiento. Y encuentra en Jesús la respuesta a su búsqueda. ¿Por qué no intentarlo? Llena de fe y de voluntad se aventura a buscarlo y, por su condición de extranjera, simplemente a tocarlo. Y la Misericordia del Señor hace el resto.
El Papa Francisco nos pone el dedo en la llaga. ¿Buscamos nosotros a Jesús con el deseo de tener un encuentro personal con Él? ¿Creemos, como la cananea, que en Él está la solución y respuesta a nuestros interrogantes de felicidad y eternidad?
PAPA FRANCISCO
AUDIENCIA GENERAL
Miércoles 31 de agosto de 2016
Queridos hermanos y hermanas:
Como hemos escuchado en el Evangelio, una mujer que sufría flujos de sangre se abrió paso entre la multitud para tocar el borde del manto de Jesús. Estaba convencida de que Jesús era el único que podía liberarla de su enfermedad y de la marginación que sufría desde hacía bastante tiempo.
Cuando la mujer tocó el manto, Jesús se volvió hacia ella y la miró con ternura y misericordia. Fue un encuentro personal, un encuentro de acogida, en el que Jesús alabó su fe sólida, capaz de superar cualquier obstáculo y adversidad.
Jesús no sólo la curó de su dolencia, sino que la libra de sus temores y complejos, le restituye su dignidad y la reintegra en la esfera del amor misericordioso de Dios. Jesús es la fuente de todo bien y de él nos viene la salvación; nosotros debemos acogerlo con fe viva y auténtica, como demostró tener esa mujer.
Saludos
Saludo cordialmente a los peregrinos de lengua española, en particular a los venidos de España y Latinoamérica. Que el ejemplo de Jesús nos ayude a salir al encuentro de quien está solo y necesitado, para llevar su misericordia y ternura, que sana las heridas y restablece la dignidad de hijos de Dios. Muchas gracias.
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Y todo eso se puede unir por el amor. Amar es permanecer unidos en Aquel que nos une: Jesús de Nazaret.