(Jn 20,1-9) |
Estaban
derrotados, desilusionados, vencidos, decepcionados... No habían
entendido nada y, por lo tanto, no esperaban nada. Esa mañana tuvo que
ser grandiosa, tan grandiosa que les movió toda su vida a seguir al
Señor en cuerpo y alma y a darlo todo por Él.
Me
imagino el desasosiego y la esperanza contenida por imaginar y empezar a
entender lo que el Maestro les había dicho. ¿Dónde estaba Jesús? ¿Había
Resucitado? ¡Dios mío, esto cambiaba todo de forma radical! Jesús vive,
ha triunfado y el Amor es el camino del triunfo. La muerte no es la
última palabra. Es Jesús quien nos da la vida y quien tiene la última
Palabra. Es el Señor, el Hijo de Dios Vivo.
Hoy
es un día grande, grande porque se pasa de la muerte a la vida; de la
derrota a la victoria; de la tristeza a la alegría, de la desesperanza a
la esperanza... Xto. Jesús ha Resucitado y en Él resucitaremos nosotros
también, porque su Amor y Misericordia es Infinita.
Por
eso, en contenida alegría y sabiendo, por el testimonio de los
apóstoles, que Jesús ha vencido a la muerte, esperamos con inusitada y
silenciosa alegría el momento exultante de proclamar que Jesús Vive
entre nosotros y nos resucitará en Él por la Gracia y el Amor de Dios
Padre.