Salve, del mar Estrella, Madre
venerable de Dios y siempre
Virgen, feliz puerta del Cielo.
Recibiste aquel "Ave" de boca
de Gabriel, cambiando el
nombre de Eva.
Afiánzanos en la paz, suelta
las cadenas de los cautivos,
da luz a los ciegos, libranos
de nuestros males, alcánzanos
todos los bienes. Muestra que
eres nuestra Madre: que reciba
de Ti nuestras intenciones, el
que por nosotros nació y quiso
ser Hijo tuyo.
Virgen singular, entre todas
humilde. Haz que, limpios de
culpa, seamos humildes e íntegros.
Danos una vida pura, prepáranos
un camino seguro para que, viendo
a Jesús, siempre nos alegremos.
Amén.
La Iglesia invoca desde hace muchos siglos a la Virgen María con el título de Stella Maris, expresión latina que hace referencia a esta estrella del mar que guía a puerto seguro. También Ella nos conduce a Dios, nuestro destino de salvación.
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Y todo eso se puede unir por el amor. Amar es permanecer unidos en Aquel que nos une: Jesús de Nazaret.