miércoles, 22 de febrero de 2017

AUDIENCIA PAPA FRANCISCO


La contemplación del mundo no es para sentirse bien ni optimista. El mundo se deteriora sin remedio porque el hombre mira para otro lado. Su egoísmo y su soberbia lo apartan de todo bien y sólo mira por sí mismo. Así, arrastrado por su propio pecado, consume y destruye el lugar que habita sin pararse a mirar que, al mismo tiempo, se destruye a sí mismo.

Hoy, el Papa Francisco nos llama a esa reflexión. Nos advierte de este pecado consumista y destructor, y nos invita a colaborar con esa hermosa creación que Dios ha puesto en nuestras manos para que la conservemos y la cuidemos. La creación, nos dice el santo Padre, es un don maravilloso que Dios ha puesto en nuestras manos. Reflexionemos sobre lo que nos dice.



PAPA FRANCISCO
AUDIENCIA GENERAL
Miércoles 22 de febrero de 2017



Queridos hermanos y hermanas

La creación es un don maravilloso que Dios ha puesto en nuestras manos para que entremos en relación con él y colaboremos en su designio de amor. Sin embargo, experimentamos constantemente el pecado que daña nuestra comunión con Dios y con todo lo que nos rodea. Ante este drama, el Señor no nos deja solos, nos ofrece una prospectiva nueva de salvación universal. 

El apóstol Pablo nos invita a que escuchemos los gemidos de toda la creación, que sufre las consecuencias del pecado; y, así mismo, nos anima a mantener firme la esperanza porque hemos sido salvados por el Señor. A través de su Resurrección, contemplamos los signos de la nueva creación.

El cristiano vive en el mundo y sufre los signos del mal y del egoísmo pero, al mismo tiempo, ve todo con los ojos de la Pascua; sabe que ahora vive un momento de espera, que va más allá del momento presente. No nos dejemos llevar por la desilusión o el pesimismo. El Señor quiere sanar con su misericordia los corazones heridos y humillados. Todo lo que el hombre ha desfigurado en su impiedad, él lo recrea y reconcilia en su amor.


Saludos:
Saludo cordialmente a los peregrinos de lengua española, en particular a los venidos de España y Latinoamérica. Los invito a pedir con insistencia la presencia del Espíritu Santo en sus vidas.  Él nos asiste para que vayamos más allá de las apariencias negativas del presente y aguardemos con esperanza los cielos nuevos y la tierra nueva, que el Señor prepara para toda la humanidad. Muchas gracias.

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Y todo eso se puede unir por el amor. Amar es permanecer unidos en Aquel que nos une: Jesús de Nazaret.