Desde hace algún tiempo he sentido sana envidia por el llamado "buen ladrón", porque esas palabras que Jesús le dijo son las palabras que yo quiero y busco que me diga a mí también: la promesa de estar con Él en el Paraíso.
Pero, reflexionando sobre ello me doy cuenta que el último camino para conseguirlo es la Cruz. Claro, yo no puedo morir como aquel buen ladrón y como Jesús, pero si aceptar la cruz de mi tiempo y de mi hora. Tal y como nos dice el Papa Francisco, arrepintiéndome de mi pecado, confesando mi culpa y confiando en la bondad y misericordia de Dios.
PAPA FRANCISCO
AUDIENCIA GENERAL
Plaza de San Pedro
Miércoles 28 de septiembre de 2016
Miércoles 28 de septiembre de 2016
Queridos hermanos y hermanas:
Las palabras de Jesús en la cruz encuentran su culmen en el perdón. El evangelista san Lucas narra como los dos ladrones que fueron crucificados junto a Jesús se dirigen a él con actitudes distintas.
El primero, llevado por la angustia del hombre ante la muerte, lo insulta y no comprende que, siendo el Mesías, pueda quedarse en la cruz. Pero es precisamente quedándose y muriendo en la cruz donde Cristo nos salva, dando testimonio de que la salvación de Dios puede llegar a todos los hombres hasta en las situaciones más extremas.
El segundo ladrón, movido por el temor del Señor, reconoce su pecado, y confiesa su culpa con absoluta confianza en la infinita bondad y misericordia de Jesús. Jesús está precisamente allí para estar cerca, para salir al encuentro de la necesidad que tiene todo hombre de no ser abandonado, y le promete que hoy estará con él en el paraíso. De este modo, en la hora de la Cruz, Jesús revela el cumplimiento de su misión de salvar a los pecadores. Desde el inicio hasta el final de su vida, Jesús se ha revelado Misericordia, encarnación definitiva e irrepetible del amor del Padre.
Saludos
Saludo cordialmente a los peregrinos de lengua española, en particular a los grupos provenientes de España y Latinoamérica. Pidamos al Señor por todos los que sufren por cualquier motivo o se sienten abandonados, para que mirando al crucificado, puedan descubrir y sentir el consuelo y el perdón de Cristo, rostro de la misericordia del Padre. Un especial pensamiento al pueblo mexicano, los invito a cantarle a la Guadalupana, lo que cantaron al inicio, pidiendo por los sufrimientos de este pueblo. Gracias.
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Y todo eso se puede unir por el amor. Amar es permanecer unidos en Aquel que nos une: Jesús de Nazaret.