No sé cuando María empezó a entender lo que Dios quería de ella. No sé de dónde sacó la fe y la fuerza para decir que sí al Ángel Gabriel, y menos me explico lo de José al presentir en sueños por la visión del ángel que la Voluntad de Dios era que aceptará a María y a al Hijo que iba a concebir por obra del Espíritu Santo.
Sólo sé que la Obra de Dios se realizó y continúa realizándose. Porque el Plan de Dios es progresivo y va acorde con los tiempos que a cada uno le toca vivir. ¿Qué nos dice hoy el Señor? ¿Qué nos sugiere y mueve el Espíritu Santo? No podemos mirar para atrás, sino tratar de responder nosotros.
Posiblemente nos ocurra como a María y José, y a tantos que le precedieron, pero ellos encontraron el camino con paciencia y expectante vigilia. ¿Estamos nosotros vigilantes? Es una de las preguntas que buscan respuesta y a la que nos toca a nosotros responder. ¿Nos situamos en disponibilidad de dejarnos impulsar y mover por el Espíritu de Dios a pesar de no entenderlo? ¿Cómo nos encontramos al respecto?
Sabemos cuál fue la respuesta de María y José, pero la que importa es la nuestra. No vayamos a buscarla al horóscopo, al santero, a la suerte tal y como viene la vida. Vayamos a buscarla a la Eucaristía. Ellos, María y José no lo tenían presente en la Eucaristía, pero nosotros tenemos la ventaja y la suerte de que Jesús está con nosotros y presente bajo el Sacramento Eucarístico. Preguntémosle a Él.
Guíanos Señor tomados de tu Mano y danos la paciencia para no desesperar y aguardad confiados la Luz que de Ti nos alumbra el camino de tu Voluntad. Amén.
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