domingo, 16 de noviembre de 2014

DAR PARA RECIBIR

san Mateo 25, 14-30

Parece una contradicción, pero no es así, sino todo lo contrario. En la medida que das y te das, recibes. Pero no recibes cualquier cosa, sino recibes lo que realmente buscas, recibes la felicidad. Éste es el secreto de la vida "En la medida que aparentemente pierdes, es decir, das y te das, resulta que ganas, y ganas gozo y felicidad eterna". ¿Te parece bien el premio?

Y dar y darse es lo mismo que amarse y amar. Porque te amas cuando buscas lo mejor para ti, y lo haces cuando descubres que, sólo dándote y desprendiéndote de ti para darte a los demás, alcanzas el verdadero estado de amar. Para ello, Dios, nuestro Padre, no nos ha dejado desnudos, sino que nos ha dado unos talentos. Talentos para que los negociemos y los pongamos al servicio de los demás.

Y ese es el tema de hoy domingo. Negociar nuestros talentos para que cuando llegue el momento, el Señor reciba el fruto de nuestro esfuerzo. Por eso, queridos hermanos blogueros, mirando al Evangelio de ayer sábado, y el de hoy domingo, tenemos dos indicaciones del Señor para continuar, sin desfallecer, nuestras oraciones de peticiones, y poner a tope todos nuestros talentos en este mundo de la blogosfera que tan bien nos hace y nos ayuda.

Eso nos puede ayudar a descubrir nuestros compromisos, nuestros esfuerzos por compartir, por animarnos y por proclamar a todos los confines la Buena Nueva de la Palabra del Señor que nos salva. Pero también a denunciar, con sereno y prudente respeto, las mentiras e injusticias. No dejemos nada guardado por miedos, comodidades o bienestar. Porque quien da recibe, pero quien se lo guarda y esconde perderá.

Pidamos al Señor la sabiduría de dar todo lo recibido. Nunca mirar lo que da el otro, sino dar lo que yo tengo y puedo. No te será exigido dar sino lo que tienes. Si cinco, cinco, si dos, dos. Y no perder de vista que no estamos solos. Nos acompaña el Espíritu Santo, socio permanente que, codo con codo, trabajará con nosotros para que no se pierda ni el más pequeño de nuestros talentos. 

En Él y con Él llegaremos a rendir al máximo dejándonos guiar y administrar por su Gracia. Ven Espíritu Santo, llena y renueva nuestros corazones para que seamos capaces de renovar la faz de la tierra. Amén.

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Y todo eso se puede unir por el amor. Amar es permanecer unidos en Aquel que nos une: Jesús de Nazaret.