«¿Necesitará
mi parroquia algo de mí? ¿Necesitará catequistas? ¿Necesitará mis
conocimientos profesionales como voluntario? ¿Necesitará que sea
generoso con mi dinero?»
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Día de la Iglesia Diocesana 2014
Nacidos de las aguas bautismales somos
miembros de la Iglesia. ¡Qué tiempos tan bonitos nos ha tocado vivir!
Unos tiempos que nos hablan de un mundo muy necesitado de Dios, muy
necesitado de esperanza y muy necesitado de la alegría de un Dios que
ama a los hombres. Este es el Dios que anuncia la Iglesia y el Dios en
el que creemos: el Dios de Jesucristo.
En el Día de la Iglesia Diocesana
celebramos que vivimos nuestra fe en una parroquia concreta, en una
diócesis determinada con otros cristianos de todas las edades, y con los
sacerdotes y religiosos. Celebramos que nos preside en la fe y en la
caridad un obispo. Estamos llamados a experimentar todas estas alegrías
nacidas del bautismo en el seno de la maternidad de la Iglesia. No
vivimos la fe en soledad, sino en comunidad junto a otros hermanos
nuestros.
¿Cómo desentendernos de nuestra Iglesia
diocesana? ¿Cómo no preocuparnos por nuestra parroquia? En la parroquia
hemos recibido el don de la fe por el bautismo, que es el mayor regalo
de amor, de misericordia, de comprensión, de alegría, que se nos da.
Pero lo que hemos recibido gratis, hemos de darlo gratis. ¿Necesitará mi
parroquia algo de mí? ¿Necesitará catequistas? ¿Necesitará mis
conocimientos profesionales como voluntario? ¿Necesitará que sea
generoso con mi dinero?
Por eso, «Participar en tu parroquia es hacer una declaración de principios».
Es reconocernos hijos de Dios, hermanos unos de otros, miembros de la
misma comunidad parroquial, insertada en la gran comunidad de la
diócesis.
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Y todo eso se puede unir por el amor. Amar es permanecer unidos en Aquel que nos une: Jesús de Nazaret.