(Mt 14,13-21) |
Todo camino tiene señales, pues no de otra manera se puede seguir. La vereda por la que caminamos va orientándonos hacia la meta que perseguimos. En el Evangelio
Mateo, capitulo 14, Jesús nos va señalando el camino del Reino a través
de sencillas parábolas que nos iluminan y nos marcan el camino.
Nos
descubre que somos semillas plantadas que podemos dar frutos, pero que
depende de que nuestra tierra se deje cultivar y bien abonar. Nos
advierte y previene de que, a pesar de ser buena semilla, crecerá
también con nosotros cizaña que tratará de ahogarnos e impedir dar
frutos. También nos habla de que seremos poca cosa, débil y pequeño,
pero creceremos, por la Gracia de Dios, hasta hacernos grande y fuertes
que los pájaros anidarán en nuestras ramas.
Y,
al igual que un poco de levadura fermenta la masa, nosotros, aún siendo
pequeños y poca cosa, fermentaremos la masa del mundo con el Evangelio del Amor. Y lo verdaderamente
importante del camino es terminar siendo pez atrapado en la red del
amor y ser elegidos entre los buenos. Y el colofón es recorrerlo
sembrando amor, amor solidario y compartido con lo recibido, poco o
mucho, pero siempre disponible y solidario para compartir.
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Y todo eso se puede unir por el amor. Amar es permanecer unidos en Aquel que nos une: Jesús de Nazaret.