Queridos hermanos y hermanas:
En la catequesis de hoy mencioné el don de la piedad.
Esta palabra, “piedad”, no tiene aquí el sentido superficial con que a
veces la utilizamos: tener lástima de alguien. No, no tiene ese sentido.
La piedad, como don del Espíritu Santo, se refiere más
bien a nuestra relación con Dios, al auténtico espíritu religioso de
confianza filial, que nos permite rezar y darle culto con amor y
sencillez, como un hijo que habla con su padre. Es sinónimo de amistad
con Dios, esa amistad en la que nos introdujo Jesús, y que cambia
nuestra vida y nos llena el alma de alegría y de paz. Leer más...
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Y todo eso se puede unir por el amor. Amar es permanecer unidos en Aquel que nos une: Jesús de Nazaret.