San Pedro Canisio vino al mundo con el |
Uno de los Doctores de la Iglesia, nace en 1521 en Nimega (Holanda).
Abogado de carrera, la influencia de los escritos de San Ignacio de
Loyola le llevaron a ingresar en la Compañía de Jesús, siendo el octavo
jesuita en profesar los votos solemnes.
Vivió en pleno clima de reforma y contrarreforma. Tomó parte activa en el concilio de Trento. Se distinguió por la profundidad de su cultura teológica, por su celo y actividad, pero también por el espíritu conciliador. San Ignacio lo llamó a Italia, luego lo envió a Sicilia a fundar el primero de los famosos colegios, después a Bolonia a enseñar teología, para volverlo a enviar a Alemania, en donde durante treinta años, como superior provincial, empleó sus mejores energías en una época tan difícil marcada por la ruptura de la iglesia protestante. Murió en Friburgo (Suiza) tal día como hoy en 1597.
Vivió en pleno clima de reforma y contrarreforma. Tomó parte activa en el concilio de Trento. Se distinguió por la profundidad de su cultura teológica, por su celo y actividad, pero también por el espíritu conciliador. San Ignacio lo llamó a Italia, luego lo envió a Sicilia a fundar el primero de los famosos colegios, después a Bolonia a enseñar teología, para volverlo a enviar a Alemania, en donde durante treinta años, como superior provincial, empleó sus mejores energías en una época tan difícil marcada por la ruptura de la iglesia protestante. Murió en Friburgo (Suiza) tal día como hoy en 1597.
HIMNO I
(Laudes)
Ya muy cercano, Emmanuel,
hoy te presiente Israel,
que en triste exilio vive ahora
y redención de ti implora.
Ven ya, del cielo resplandor,
Sabiduría del Señor,
pues con tu luz, que el mundo ansía,
nos llegará nueva alegría.
Llegando estás, Dios y Señor,
del Sinaí legislador,
que la ley santa promulgaste
y tu poder allí mostraste.
Ven, Vara santa de Jesé,
contigo el pueblo a lo que fue
volver espera, pues aún gime
bajo el cruel yugo que lo oprime.
Ven, Llave de David, que al fin
el cielo abriste al hombre ruin
que hoy puede andar libre su vía,
con la esperanza del gran día.
Aurora tú eres que, al nacer,
nos trae nuevo amanecer,
y, con tu luz, vive esperanza
el corazón del hombre alcanza.
Rey de la gloria, tu poder
al enemigo ha de vencer,
y, al ayudar nuestra flaqueza,
se manifiesta tu grandeza. Amén.
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