En ocasiones pensamos que la fe y el amor a Dios nos coarta nuestra libertad. No queremos perder nuestras seguridades y libertades. Y damos la espalda a Dios porque no nos gusta el camino que nos propone, o porque nos exige dejar nuestra esperanza en sus manos. Y optamos por la seguridad de nuestros ídolos: dinero, riqueza y poder. Con ellos pensamos que seremos más libres y felices.
Pero no ocurre así. Pronto experimentamos que sucede todo lo contrario, más esclavos y mas infelices. El Papa no adentra en la realidad de nuestra vida y nos muestra que sólo el Señor nos puede dar la única y verdadera libertad. Reflexiónemos pausadamente lo que nos transmite el Papa Francisco.
PAPA FRANCISCO
AUDIENCIA GENERAL
Aula Pablo VI
Miércoles, 8 de agosto de 2018
Miércoles, 8 de agosto de 2018
Queridos hermanos:
Hoy continuamos la reflexión sobre el primer mandamiento del Decálogo, profundizando en la idolatría con la escena bíblica del becerro de oro, que representa el ídolo por excelencia.
El Pueblo de Israel estaba en el desierto, donde experimentaba una angustia vital, no tenía agua, ni alimento y esperaba a Moisés que había subido al monte para encontrar al Señor. El pueblo quería certezas y se construyó un ídolo hecho a su medida y mudo, que no le exigiera salir de sus propias seguridades.
Veían en la imagen del becerro un signo de fecundidad y de abundancia y a la vez de energía y fuerza, que se adaptaba perfectamente a sus necesidades. Además, lo fabricaron de oro, como símbolo de riqueza, éxito y poder, que son las tentaciones de siempre.
Los ídolos nos prometen libertad pero, en cambio, nos hacen sus esclavos. La idolatría nace de nuestra incapacidad de fiarnos de Dios, de reconocerlo como el Señor de nuestra vida, él único que nos puede dar la verdadera libertad. Jesucristo se hizo pobre por nosotros, abriendo la puerta de nuestra salvación, que pasa por aceptar nuestra fragilidad y rechazar los ídolos de nuestro corazón.
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Saludo cordialmente a los peregrinos de lengua española, en modo particular a los grupos provenientes de España y América Latina. Los animo a mirar a Cristo crucificado. Él nos revela el verdadero rostro de Dios y nos enseña que la debilidad no es una maldición, sino un lugar de encuentro con Dios Padre y su amor la fuente de nuestra fuerza y alegría. Que el Señor los bendiga. Muchas gracias.
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Y todo eso se puede unir por el amor. Amar es permanecer unidos en Aquel que nos une: Jesús de Nazaret.