Hoy, nos dice el Papa Francisco, termina el ciclo dedicado a la Santa Misa, y en ella nos descubre que la Santa Misa termina como al principio y su fin es comienzo de la vivencia cristiana en nuestra vida. Porque, la Santa Misa es donde tomamos el alimento espiritual del Cuerpo y Sangre de Cristo, para fortalecernos y encarnarlo en nuestra vida en todos nuestros ambientes.
La Eucaristía, continúa el Papa, nos enseña a ser hombres y mujeres eucarísticos, y a dejarnos guiar por Cristo, para en Él, ser otros Cristos vivientes que den testimonio de la Verdad. La Eucaristía es la fuerza y fundamento de nuestras vidas que nos empuja a vivir cristianamente y a dar testimonio de que Cristo Vive.
PAPA FRANCISCO
AUDIENCIA GENERAL
Miércoles, 4 de abril de 2018
Queridos hermanos y hermanas:
Con esta catequesis terminamos el ciclo dedicado a la Santa Misa. Nuestra atención se centra hoy en los ritos de conclusión. Después de la oración de la comunión, la Misa termina con la bendición y el saludo al pueblo. Concluye igual que iniciaba con el signo de la cruz, en el nombre del Padre y del Hijo y del Espíritu Santo.
La celebración de la Misa lleva consigo el compromiso del testimonio cristiano. Salimos de la Iglesia para «ir en paz», para llevar la bendición de Dios a nuestras casas, a los ambientes en los que vivimos y trabajamos, «glorificando a Dios con nuestra vida». No podemos olvidar que celebramos la Eucaristía para aprender a ser hombres y mujeres eucarísticos, dejando que Cristo actúe en nuestras vidas, como decía san Pablo: «Estoy crucificado con Cristo; vivo, pero no soy yo el que vive, sino Cristo quien vive en mí» (Ga 2,19-20).
La Presencia real de Cristo en el pan consagrado no termina con la Misa, sino que se reserva en el Sagrario para la comunión de los enfermos y la adoración silenciosa. El culto eucarístico, dentro y fuera de la Misa, nos ayuda a permanecer en Cristo y a crecer en nuestra unión con Él y con su Iglesia, nos separa del pecado y nos lleva a comprometernos con los pobres y necesitados.
Saludos:
Saludo cordialmente a los peregrinos de lengua española venidos de España y Latinoamérica. En esta semana de Pascua, en la que la victoria de Cristo sobre el pecado y la muerte resuena con toda su fuerza y belleza, los invito a nutrirse constantemente de la Eucaristía, dejándose renovar con el encuentro real con Jesús, hasta que gustemos plenamente del banquete que nos tiene preparado por toda la eternidad.
Que Dios los bendiga. Muchas gracias.
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