Cuanto pensaba María era santo, cuanto miraba lo santificaba, cuanto tocaba lo
purificaba y hacía bueno; tan santa era ella, que comunicaba santidad a todo y
a todos.
Es que la santidad, si es verdadera y profunda, es también contagiosa; por eso
cuantos se acercaban a María se sentían mejores y se sacrificaban, amaban más a
Dios y pensaban más en el cielo.
Aquí tienes un medio sumamente fácil y práctico para llegar a la santidad;
piensa siempre en María, para llegar a la santidad: piensa siempre en María,
vive cerca de ella, cobijándote con confianza en su regazo maternal; obra
como siempre obró María, ama lo que ella amó, vive por lo que ella vivió, sufre
como ella sufrió y goza como lo que ella gozó. Que sea tu vida como un calco de
la vida de María.
Ave María. . .
Gloria. . .
Padre Alfonso Milagro
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Y todo eso se puede unir por el amor. Amar es permanecer unidos en Aquel que nos une: Jesús de Nazaret.