Toda la hermosura y toda la bondad de María brotan de su Corazón.
La vida íntima de la Virgen se reflejó en su exterior: si sus ojos fueron
limpios y puros, fue porque su Corazón fue virginal; si sus obras fueron
santas, fue porque su espíritu vivía en santidad.
El cristiano tiene que ser santo y, además, tiene que
parecerlo; debe "aparecer" lo que es en realidad; la falsedad y el
fingimiento son anticristianos. Si el mayor esfuerzo debe estar puesto en ser
más que en parecer, también debe cuidar que su vida "hable a los otros de
Dios".
María, que contribuyes con tu presencia a la construcción
del Reino de Dios, ayúdanos a buscar ese reino de justicia, de verdad, de amor
y de paz.
Padre Alfonso Milagros
Editorial Claretiana
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Y todo eso se puede unir por el amor. Amar es permanecer unidos en Aquel que nos une: Jesús de Nazaret.