Evangelio de Nuestro Señor
Jesucristo según San Juan 12,44-50.
Juan 12, 44-50 |
Jesús exclamó: "El que cree
en mí, en realidad no cree en mí, sino en aquel que me envió. Y el que me ve, ve al que me
envió.
Yo soy la luz, y he venido al
mundo para que todo el que crea en mí no permanezca en las tinieblas.
Al que escucha mis palabras y no
las cumple, yo no lo juzgo, porque no vine a juzgar al mundo, sino a salvarlo.
El que me rechaza y no recibe mis
palabras, ya tiene quien lo juzgue: la palabra que yo he anunciado es la que lo
juzgará en el último día.
Porque yo no hablé por mí mismo:
el Padre que me ha enviado me ordenó lo que debía decir y anunciar; y yo
sé que su mandato es Vida eterna. Las palabras que digo, las digo como el Padre
me lo ordenó".
Palabra del Señor
Reflexión Padre J. García.
Esta parábola refleja lo que paso con los judíos del tiempo de Jesús y pasa con muchos de nosotros. En Jesús se estaba haciendo presente el Reino de Dios que es Vida y Vida en abundancia para todos. Y ellos los jefes judíos cerraron los ojos.
Era una situación como la nuestra, una gran desigualdad hablaba claramente que la alianza con Dios estaba quebrada en mil pedazos. En medio de esa situación aparece Jesús y comienza una practica liberadora en medio del pueblo empobrecido: pero los jefes cerraron los ojos. Eran ciegos, ciegos guiando a otros ciegos, ciegos voluntarios que no quisieron ver. Y al cerrar los ojos a la realidad de los hermanos y hermanas que recuperaban vida y dignidad en contacto con Jesús, los cerraron no solo al enviado de Dios, sino al Padre que lo había enviado.
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Y todo eso se puede unir por el amor. Amar es permanecer unidos en Aquel que nos une: Jesús de Nazaret.