Nos asustamos cuando descubrimos que las necesidades primarias, hambre, sed, vestidos, vivienda, educación y libertad les faltan a muchos seres humanos. Eso experimentamos, asombro, miedo e impotencia, y tratamos de evadirnos, huir y meter la cabeza bajo el ala. Nos justificamos buscando apariencias que no están apoyadas en la verdad. Jesús no nos dice que acabemos con el hambre, porque ni tú ni yo podemos, sino que compartamos y luchemos porque todos tengan lo que necesitan. Pues el acabar con el hambre es cosa de todos.
Y no nos lo dice porque el hombre, si no se unen todos en uno sólo, no podrá acabar con el hambre en el mundo. Experimentamos ansiedad y deseos de acabar, pero vemos que sigue el hambre en el mundo. El Papa Francisco nos dice hoy que compartamos lo que podamos. Que demos nuestros cinco panes y peces, de los cuales podemos prescindir, para que otros coman. Y entonces, el Señor se hará presente y solucionará el problema. Entonces, como dice el Papa Francisco, se hará presente la ternura y la misericordia de Dios
Queridos hermanos y hermanas:
Como hemos escuchado en la Carta de Santiago, hay situaciones de necesidad entre nosotros que requieren una respuesta inmediata y urgente, por ejemplo: dar de comer al hambriento, dar de beber al sediento; ambas son obras de misericordia corporales.
Es muy dura la experiencia del hambre y la sed, y desgraciadamente es una realidad actual y cercana a nosotros. Cada día encontramos personas que sufren estos males y necesitan de nuestra ayuda.
Jesús nos enseña a responder a estas necesidades con su ejemplo, y nos recuerda que «él es el pan de vida» y «quien tenga sed venga a mí». Él mandó a sus discípulos que dieran de comer a la multitud, pero ellos sólo tenían cinco panes y dos peces. Jesús pronunció sobre estos la bendición y los partió, y al distribuirlos, todos quedaron saciados. Su ejemplo nos interpela y nos anima a reconocer que cuando damos nuestro poco al hermano necesitado se hace presente la ternura y la misericordia de Dios.
Saludos
Saludo cordialmente a los peregrinos de lengua española, en particular a los venidos de España y Latinoamérica. Los invito a salir al encuentro de las necesidades más básicas de los que encuentren a su camino, dando lo poco que tienen. Dios, a su vez, les corresponderá con su gracia y los colmará de una auténtica alegría. Muchas gracias.
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Y todo eso se puede unir por el amor. Amar es permanecer unidos en Aquel que nos une: Jesús de Nazaret.