(Mc 8,27-35) |
La Vida de Jesús es la Vida a imitar. Él es nuestra referencia, nuestro camino y nuestra vida. Con sus mismas Palabras nos lo dijo: Yo soy el Camino, la Verdad y la Vida.
Hoy, tras la confesión de Pedro, por la acción del Espíritu Santo, nos hace una semblanza del camino de su Vida. Nos dice: "El Hijo del hombre debía sufrir mucho y ser reprobado por los ancianos, los sumos sacerdotes y los escribas, ser matado y resucitar a los tres días".
¿No tiene nuestra vida que sufrir y compartir con Cristo nuestra muerte? Muerte que no tiene ningún valor ni precio para poder pagar por nuestro rescate de salvación, pero que en Xto. Jesús, por su Pasión y Muerte, hemos alcanzado la Misericordia de Dios.
Detrás de esa aceptación se esconde tu verdadera respuesta. Eres discípulo y crees en Jesús en la medida que tu vida se hace camino de Cruz. Porque seguir a Jesús es cargar la cruz que a ti te ha tocado vivir, la de tus propios pecados que son lavados al compartir tu muerte humana con la de Jesús, Redentor del mundo.
Seguir a Jesús es pasar ese camino de tu vida en el gozo y la alegría de saberte Resucitado, a pesar de que sufrirás los sufrimientos con los que compartirás la muerte en el Señor. No es el mundo un camino de rosas, sino un camino de cruz que tiene al final la recompensa de la Resurrección y la vida gozosa y eterna.
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Y todo eso se puede unir por el amor. Amar es permanecer unidos en Aquel que nos une: Jesús de Nazaret.