Queridos hermanos y hermanas:
Hoy deseo reflexionar sobre la educación de los hijos como vocación natural de la familia.
La alianza educativa está en crisis en nuestros días. Está rota. Los síntomas son muchos: por una parte hay tensiones y desconfianza entre padres y educadores; por otra parte, cada vez son más los “expertos” que pretenden ocupar el papel de los padres, los cuales quedan relegados a un segundo lugar. Es necesario favorecer la armonía, el diálogo y la colaboración entre los diversos agentes de la educación.
El papel de los padres es insustituible, solo ellos pueden compensar algunos errores. Sin embargo, a veces se encuentran paralizados por miedo a equivocarse, ante la complejidad de la vida actual y las nuevas exigencias de sus hijos.
La Iglesia está llamada a acompañar la misión educativa de los padres, sobre todo con la luz de la Palabra de Dios, que funda la familia sobre el amor. El mismo
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Y todo eso se puede unir por el amor. Amar es permanecer unidos en Aquel que nos une: Jesús de Nazaret.