(Jn 11,1-45) |
Posiblemente
Jesús aprovechó esa muerte de su amigo Lázaro para Gloria de su Padre
Dios, y para que muchos hombres creyeran en que Él era el Mesías.
Termina el Evangelio de Juan afirmando esto: Muchos de los judíos que
habían venido a casa de María, viendo lo que había hecho, creyeron en
Él.
Estamos
inclinados a necesitar grandes prodigios, como es el resucitar de la
muerte a una persona, para abrir nuestros ojos y creer seriamente. Eso
le ocurrió a muchos judíos en aquella ocasión, pero nos ocurre también a
nosotros ahora, en nuestro tiempo.
A
la pregunta de Marta por la tardanza de Jesús y la muerte de su
hermanos Lázaro, Jesús responde: «Yo soy la resurrección. El que cree
en mí, aunque muera, vivirá; y todo
el que vive y cree en mí, no morirá jamás. ¿Crees esto?». Le dice ella:
«Sí, Señor, yo creo que tú eres el Cristo, el Hijo de Dios, el que iba a
venir al mundo».
¿Y
creemos nosotros también? Esa es la pregunta que busca respuesta en
nuestra vida : vencer la muerte. Porque lo verdaderamente importante es
vivir eternamente y Jesús nos propone esa vida eterna y gozosa en
presencia del Padre. Estamos a pocos días de celebrar la Pascua, ese
misterio del paso de la muerte a la vida, y aprovechamos la ocasión
para, una vez más, pedirle al Señor la fe de Marta y María en la
esperanza de resucitar en el Señor para la eternidad.
Porque el Señor es el Camino, la Verdad y la Vida.
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