Cuando vemos el testimonio y la experiencia que confirman la sentencia del amor eterno, experimentamos que nosotros también queremos eso. Quizás por alejarnos de la verdadera Fuente del Amor, hemos sucumbido a las apetencias y satisfacciones egoísta que nuestra limitada humanidad padece. Y, claro, sufrimos las consecuencias juntos con los hijos y la sociedad en general.
Pero cuando el amor se agarra a la verdadera Fuente, permanece y madura, y da frutos y gozo. Porque no hay mayor gozo que el dar la vida por otro. Les dejo con este enlace (ver aquí) al que no le hacen falta palabras para expresar esa realidad y verdad que todos conservamos plantada en nuestro corazón.
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Y todo eso se puede unir por el amor. Amar es permanecer unidos en Aquel que nos une: Jesús de Nazaret.