Lc 23, 35-43 |
El Señor no nos pide obras ni prodigios. El Señor no nos exige maravillas y hechos deslumbrantes. El Señor sólo quiere nuestra libertad y la entrega de todo nuestro ser; nuestro arrepentimiento y nuestra confesión de fe. El Señor nos pide nuestra confianza y esperanza en su Palabra.
Y es que no se puede desprender otra cosa que esa inmensa Misericordia que se tradujo en la promesa, al buen ladrón, de estar con Él hoy mismo en el Paraíso. Jesús no nos pide otra cosa. Sólo quiere nuestra sincera confesión de fe y nuestra actitud de arrepentimiento.
Todo lo demás es obra suya y corre por su cuenta. Nosotros solo tenemos que devolverle, porque nos la ha regalado, nuestra libertad de forma voluntaria y libre.
Pidámosle al Señor que seamos capaces de ponernos en sus Manos y dejarnos llevar por su Palabra.
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Y todo eso se puede unir por el amor. Amar es permanecer unidos en Aquel que nos une: Jesús de Nazaret.